jueves, 10 de diciembre de 2009

Lo que buscan las tórtolas para hacer un nido



(Foto: Junior junto a un palillo envuelto que Walter o Amélie se llevarán al nido).

Aprovechando los afanes de Amélie y Walter para hacer su nido (que, recordemos, contiene dos huevos no fecundados), estoy observando en qué consisten sus tareas. Los huevos están en una de las bandejas de plástico forradas de papel de cocina y situadas en colgadores para tiestos que tengo en el balcón-terraza; allí, en turnos rigurosos Amélie y Walter se relevan para proporcionar calor a los huevos, por lo general Walter releva a Amélie por la mañana temprano, y se queda ahí hasta caer la tarde, en que intercambian los papeles, así lo han hecho toda esta semana. El cónyuge que queda libre, emprende entonces las tareas de llevar cosas al nido que contribuyan a hacerlo más acogedor. Es tarea en realidad inútil, no solo porque los huevos no están fecundados, sino porque el nido reúne todo el confort necesario, nunca pasan frío, y la prueba es que la única vez en que he permitido a Amélie empollar huevos fértiles salieron perfectamente los dos pollitos, y eso que entonces Amélie no tuvo oportunidad de mejorar el nido, ya que Walter se desentendió por completo del asunto.

Pero de todos modos es muy curioso observar el proceder de las tórtolas. La que no está empollando se dedica por completo a buscar elementos tales como palillos, trozos de tela, papel, e incluso cigarrillos, que lleva al nido cuando los considera idóneos, siendo entonces colocados dentro del nido por quien está empollando. Puede parecer que es una tarea fácil y despreocupada la que describo, pero nada más lejos de la realidad; si les ofrezco algo que me parece a mí útil para el nido (por ejemplo un palito, o un trozo de tela), antes de aceptarlo lo toman por el pico y lo sacuden muchas veces, a mi entender porque están comprobando que no se trata de nada vivo que pudiera luego ser un problema dentro del nido; le dan golpes, lo sacuden, lo dejan caer, una y otra vez, hasta que, por fin, si en todas estas operaciones no perciben nada inconveniente, terminan por llevarlo al nido.

En cuanto al conflicto entre Walter y Junior, mientras el padre está empollando no hay problema, ya que Amélie y Junior se llevan de maravilla y Walter no abandona el nido aunque Junior esté cerca; los problemas surgen al ser relevado Walter de su deber de empollar. Pues bien, hoy, por primera vez, he conseguido que padre e hijo permanezcan en la misma habitación bastante tiempo sin que haya pelea, al principio he tenido que defender a Junior, pero, con paciencia, parece que Walter acepta a regañadientes reanudar su actividad con Junior en la misma habitación; incluso se han quedado solos un rato y no ha pasado nada. Falta mucho para decir que conviven en paz, pero al menos es un avance esperanzador.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Padre contra hijo: Walter ataca a Junior


(Foto: En primer término, sobre mi mano, Junior. Walter, detrás, está a punto de saltar.)

Cuando podría decir que todo va bien, y que las tres tórtolas, Amélie, Walter y Junior, aumentan de peso para corroborarlo (Amélie ha engordado hasta los 165 gramos, lo mismo que Walter; Junior ya alcanza los 120 gramos), se perfila un problema, que puede llegar a ser grave: Walter no soporta a Junior, es decir, el padre no soporta a su propio hijo. Cada vez se parecen más en todo, Junior vuela bastante bien, y su plumaje se va asemejando al de los adultos, aunque sigue siendo un pollito: hoy tiene 36 días de edad, muy poco, no canta, solo pía, y cuando está cerca de Amélie hace todo lo posible por ser alimentado por ella, quien desde luego no lo hace, todo lo más le dedica alguna caricia, que Junior rechaza, piando desesperado y picando las uñas de su mamá, supongo que para llamar su atención. Pero Walter lo ve como una amenaza, no tolera su presencia, y lo ataca y persigue con saña, por lo que tengo que estar al quite en todo momento. La consecuencia es que no pueden estar juntos, salvo si enjaulo a uno de los contendientes, normalmente a Junior, que al ser más pequeño está más a gusto en la jaula. ¿Por qué esta inquina? Tal vez Junior es macho, y despierta celos en su padre; también es posible que el desapego que Walter demostró durante el empolle y la crianza de Junior (todo lo contrario que hace ahora con los huevos no fecundados), hayan provocado una especie de "no reconocimiento" como hijo propio por parte de Walter.

Por otra parte, ¿qué ocurrirá en un futuro? Junior no será siempre un pollito, y es posible que llegue el día en que se defienda de Walter. Me gustaría pensar que hay alguna solución, porque me costaría desprenderme de cualquiera de las tórtolas. Pero tampoco puedo tenerlas separadas siempre, el piso es pequeño, y el lugar donde deben vivir, salvo excepciones, es en el balcón-terraza. Veremos qué ocurre.

martes, 8 de diciembre de 2009

El cambio de Walter: ahora es un "padrazo"


(Foto: Walter en el nido. Se observa que está sobre un cenicero de cristal que, además de los huevos, contiene comida.)

Sorprendentemente, Walter ha modificado su conducta de un modo radical. Generalmente estos cambios corresponden a variaciones hormonales, más explicables en las hembras, así que realmente no sé la causa, si es hormonal, o meramente circunstancial. El caso es que Walter ayer relevó en el empolle de los huevos a Amélie sobre la hora del desayuno, y se quedó pacientemente en esa tarea hasta ya caída la tarde, es decir, más de ocho horas, mientras Amélie disfrutaba de su "libertad" comiendo y saltando por la casa. Cuando llevé a Amélie al nido y aceptó el relevo (lo había rechazado varias veces, pues al ponerla en el nido salía volando rápidamente), Walter, además de estirar patas y alas, alimentarse y defecar, se dedicó por completo a la tarea de buscar ramitas que le pudieran servir para el nido; en cuanto encontraba una, la llevaba al nido, donde Amélie la recibía y colocaba convenientemente, y luego vuelta a buscar. Esta mañana, cuando me he levantado, he visto que Walter ya estaba bien despierto, buscando pajitas para su nido, y enseguida ha hecho el relevo con Amélie, ahora mismo esté de nuevo empollando en el nido. ¡Y los huevos no están fecundados porque los cambié!

No es este el único cambio de Walter; tan sorprendente como su reciente vocación de padre, es la afabilidad que demuestra con nosotros, ya que ahora se posa sobre mi cabeza o mi pierna, sin rehuír mi presencia, como tantas veces ha hecho. Increíblemente, Walter es ahora más cariñoso y confiado, como si la futura paternidad le hubiese afectado el carácter.

Lamentablemente, lo que no ha cambiado es el sentimiento de Walter contra Junior, cuando no está anidado y lo ve lo ataca con tanta fiereza que es preciso separarlos. De momento Junior, que sigue siendo un pollito a pesar de sus 110 gramos, simplemente huye. Y no sé cómo acabará esto.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Amélie ha puesto huevos de nuevo... y ahora Walter parece que ayuda

Al llegar a casa en Madrid, después del fin de semana en Toledo (nos habíamos llevado a Junior, ahora que ya come solito), nos hemos encontrado con que Amélie ha puesto dos nuevos huevos, y los está incubando. La verdad es que me inspira una ternura infinita ese animalito, echado en su nido. Esta vez ha elegido un cenicero redondo de cristal donde le dejamos muchas semillas para comer, así que puede con facilidad alimentarse mientras empolla; todo esto en la cocina, que es donde han pasado el fin de semana. Como ya hemos calentado el salón, y por tanto el balcón-terraza tiene una buena temperatura, hemos trasladado allí a las dos tórtolas adultas. Después de pensarlo, hemos optado por cambiar los huevos que ha puesto Amélie este fin de semana por los dos primeros que puso antes de la llegada de Walter, por tanto sin fecundar; ella ha aceptado el cambio, a pesar de que los que tiene ahora estaban fríos, y encima le hemos cambiado el nido de sitio: el cenicero está ahora dentro de los nidos colgados que hay en el balcón, fabricados con porta-tiestos. Y, curiosamente, cuando Amélie se ha levantado del nido ha acudido Walter, relevándola sobre los huevos, cosa  que no hizo la última vez, así que tal vez está mejorando en su experiencia como padre.

Lo que no cambia es la ojeriza que Walter le tiene a Junior, su propio hijo, al que ataca cruelmente siempre que tiene ocasión. Junior adopta en su presencia la misma actitud que con su madre, es decir, pía lastimosamente y agita las alas de un modo especial, en solicitud de comida. Cuando Walter lo pica (y lo hace con mucha fuerza), Junior se aparta, o sale volando, y Walter lo suele seguir. Normalmente impedimos estos enfrentamientos, pero será una lástima que no puedan convivir los tres en paz.

sábado, 5 de diciembre de 2009

El pico de las tórtolas


Ahora que Junior ya está crecidito, es hora de señalar algunas observaciones sobre las crías de tórtola, en este caso referidas a sus picos. Es curiosa la forma en que la naturaleza dispone el crecimiento de estos animales, se ve que algunas partes deben desarrollarse a toda prisa, y en cambio otras lo hacen a un ritmo mucho más lento. En concreto el pico de Junior es mayor en tamaño que el de sus padres, y también su forma y textura aparente. Es posible que esto se deba a que al principio las tortolitas toman la comida directamente del buche de su madre, por lo que tener un pico largo resulta muy conveniente; en cambio, parece más blando, cartilaginoso y no córneo, lo que posiblemente también evita lesiones en su progenitora. Si esto es correcto, es decir, si en el caso de Junior el mayor tamaño de su pico corresponde a una fase juvenil, debemos observar en las próximas semanas cómo su pico adelgaza, se retrae y endurece, lo cual es aparentemente muy posible. En la foto se pueden observar los picos de Amélie y Junior. La coloración de Junior y Walter es similar, porque ambos son blancos, pero realmente hay más coincidencias entre los dos adultos que entre cualquiera de ellos y su cría.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Junior tiene un mes, y ha aprendido a comer

Después de la muerte de su hermanito (o hermanita), nos hemos dedicado en cuerpo y alma a cuidar al pollito superviviente, "Junior". Su crecimiento ha sido rápido y satisfactorio; a la semana abrió los ojos y empezó a interesarse por el entorno; a las dos semanas empezó a tener un incipiente plumón; a las tres semanas fue capaz de salir del nido, con saltos que cada vez se aproximaban más al vuelo. A partir de este momento su madre fue distanciando más las cebas, huyendo incluso del lado de su retoño, que más que reclamar exigía su comida, con lo que el proceso de engorde se detuvo, e incluso hubo un retroceso; al final de la tercera semana pesaba 110 gramos, y durante la cuarta semana bajó incluso a los 95, oscilando siempre en torno a los 100. Con casi cuatro semanas ya daba vuelos bastante aceptables... pero no sabía comer. El caso es que picoteaba la comida, tratando de tragar granitos de la pasta de cría, pero sin resultado. Por fin, justo al mes de nacer, y tras un día sin ser cebado por su madre, sus progresos fueron tan buenos que empezó a comer con apetito, e incluso bebió agua por primera vez en su vida. Ha sido un gusto verle avanzar en algo tan importante: ya es independiente de su madre en lo más fundamental. Cierto que cuando ve a su madre (sobre todo), y también a su padre, pía como un pollito y aletea solicitando comida, pero ya no los atosiga, sino que se pone a comer por sí mismo. Nos lo hemos llevado a Toledo de fin de semana, así que hoy es la primera noche que duerme lejos de su mamá, que se quedó en el piso de Madrid junto con Walter. Su plumaje es ya muy completo, ahora sí está bonito de verdad.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Costumbres de apareamiento

Aunque al nacer los pollitos, y antes durante la incubación de los huevos, Amélie ha pasado un tiempo dedicada en cuerpo y alma a sus tareas de madre, rechazando el contacto con Walter, en cuanto sus crías alcanzaron un mínimo tamaño, a la semana de vida o así, volvió a confraternizar con él. Por su parte Walter siempre ha tratado de sacarla del nido, a picotazos si era necesario, y por eso mismo lo hemos tenido separado de Amélie varias semanas; incluso ahora tenemos que separar a Walter de Junior y Amélie durante ciertas horas, si queremos que ella dé de comer a su cría, y por eso mismo los fines de semana, que los dejamos solos en casa, quedan en habitaciones separadas. Cuando Walter y Amélie se aparean es curioso ofrecer el proceso; Walter le acicala las plumas del cuello y de la cabeza con rapidez y suavidad, y ella responde del mismo modo. Cuando ella decide acceder a la cópula (la decisión es solo suya), solicita alimento de Walter introduciendo su pico completo dentro de la boca del macho, exactamente igual que hace Junior cuando come de Amélie. Por los movimientos de Walter se comprende que está regurgitando, y que efectivamente la hembra se alimenta de él. Una vez ella satisfecha, adopta una postura horizontal, con las alas ligeramente acodadas, formando una superficie bastante plana sobre la que el macho puede tumbarse. Dado que no hay órganos genitales visibles y separados, la cópula consiste simplemente en el contacto de las cloacas durante breves instantes, poquísimos segundos. Tras esto, todo ha concluido, y pasa cada uno a sus cosas. Ah, olvidaba mencionar que a veces Walter requiere a Amélie para aparearse con ella amedrentándola con dolorosos picotazos que incluso han provocado a veces puntos de sangre en la pobre Amélie; pero ella, aunque se queja lastimeramente, no huye de su lado (y le sería facilísimo, porque vuela mucho mejor que Walter), así que sin duda es parte del cortejo amoroso. Nada de todo esto tiene que ver con las personas... ¿o sí?

jueves, 26 de noviembre de 2009

Con tres semanas, Junior sabe volar, pero no comer

Han pasado tres semanas desde que salió del huevo, y Junior (nombre provisional que va camino de ser definitivo), ya es un pajarito grande y bien desarrollado. Sus plumas han crecido tanto que ya es capaz de dar vuelos cortos, son poco más que un salto, pero que le dan bastante autonomía. Lo único que me angustia un poco es que no es capaz de comer, se alimenta exclusivamente del pico de su madre, que cada vez le da menos cebas. Junior pesa unos 100 gramos, y es mucho si comparamos con los 130 de Amélie o los 150 de Walter. El caso es que pica con interés la comida, actualmente pasta de cría, e incluso puede que alguna pequeñísima partícula la ingiera; pero por lo demás vemos siempre como las partículas que toma con la punta del pico caen indefectiblemente al suelo: no las sabe engullir. Por otro lado su padre siempre que puede le pica, Junior parece no darse cuenta del peligro y se acerca a él en actitud de pedir comida, con su piar lastimero, pero Walter le lanza duros picotazos, e incluso lo derriba de donde esté, pobrecito. ¿Podrán convivir cuando Junior sea mayor? Eso será determinante para ver quién se queda y quién se va.

sábado, 21 de noviembre de 2009

El pollito, "Junior", tiene ya quince días... nuevo desafío: fin de semana solo


Bueno, solo, solo, no: se queda al cuidado de su mamá. Pero Amélie cada vez hace menos caso de "Junior" (nombre provisional de la tortolita), quien por otra parte se ha espabilado muchísimo, casi de hora en hora hace progresos. Su tamaño y peso ya son superiores al 50% de un adulto, por lo que su voracidad al alimentarse es casi salvaje. Sea por eso, sea por incitarle a avanzar de fase, su mamá distancia las cebas, y estas son menos abundantes, a pesar de que posiblemente necesite más comida que nunca. Ya es capaz de subirse al borde del nido, por supuesto no vuela ni remotamente, pero hace ejercicios y limpia sus plumas igual que sus papás; además, su plumaje cada vez deja menos huecos a la vista. Pasará dos días sin cuidados humanos, y sabemos que lo más seguro es que caiga al suelo, ya que hoy la hemos sujetado en el aire, cuando su mamá la ha tirado accidentalmente mientras huía de su lado, agobiada por la insistencia con que reclamaba comida. ¿Superará esos dos días? ¿Y si se hace daño al caer? (tiene cojines y toallas debajo), ¿y si la madre no la vuelve a alimentar?

viernes, 20 de noviembre de 2009

El padre no ayuda en la cría, al revés, es un estorbo


Resulta curioso el modo de crianza de la tórtolas. Tras el nacimiento, la madre se ocupa de darles calor, y sobre todo comida. Durante la primera semana, apenas abandona el nido una o dos veces al día, para evacuar fuera de él, y alimentarse. Suele hacerlo por la mañana y por la tarde, muy parecido a cuando incuba, que observa el mismo comportamiento. En este caso el excremento es grande y viscoso, a diferencia de las pequeñas bolitas secas que excreta en estado normal. Pasada una semana el comportamiento de la madre cambia, y abandona el nido cada vez con más frecuencia, ya no duerme con las crías (demasiado grandes para estar debajo de ella), y vuela al nido para darles de comer, en un espectáculo entre lo grotesco y lo terrible, pues las crías (una en este caso), buscan la comida dentro de la boca de la madre, metiendo el pico hasta muy dentro. Su crecimiento es asombroso, y pasa en dos semanas de los 5 a los 80 gramos. A todo esto, el padre no solo no colabora en la crianza, sino que trata por todos los medios de apartar a la madre de su tarea, al principio intenta que abandone el nido para dedicarse a él, luego dificulta cualquier acercamiento de la madre. Para ello da fuertes picotazos ya a la madre, ya a la cría, de hecho Amélie presentaba hoy una gotita de sangre en la cara (que puede observarse en la foto, si se mira con detenimiento), aunque parecía no importarle en absoulto. En consecuencia, tenemos a Walter apartado del nido y de la madre, al principio por completo, y pasada la primera semana cuando entendemos que Amélie debe de ocuparse de su cría.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Dos semanas: el pollito es blanco


Ya no queda ninguna duda: el pollito superviviente es blanco. Aunque no ha desarrollado todas sus plumas, todas las que le han salido son de un blanco inmaculado. Ha aumentado mucho de tamaño, y se muestra despierto y tranquilo. Es curioso que haga los mismos gestos que los adultos, se acicala las nacientes plumitas, y mira con curiosidad desde su bandeja forrada de papel. Trata de no mancharse con los excrementos, e incluso saca el culito al borde para mantener instintivamente limpio el recinto, es una monada. Debajo del nido hemos colocado unos cojines, porque se supone que pronto puede dejar el nido, y si se cae así no se hará daño. Sus patas son grandotas, casi del tamaño de un adulto, y cuando estira sus alas muestra ya una envergadura más que considerable. No sabemos si es macho o hembra, tal vez macho, pues parece grande y despierta sentimientos de competición en Walter, su papá.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Segundo fin de semana ¿qué tal responderá el pollito?


Tras la muerte de su hermanito, el otro pollito se ha quedado solo en el nido. Su mamá le da de comer, tanto que me asusta un poco, porque parece que está a punto de reventar, de tan lleno que tiene el buche. Su cuerpo, todavía bastante transparente, muestra con claridad la comida pendiente de ser digerida, en el buche, y pendiente de ser expulsada, en el bajo vientre. De momento todo va bien, hace unas evacuaciones casi de adulto, y su peso ha llegado hoy a los 55 gramos, un poco menos de la mitad de su mamá, que ha adelgazado bastante. Supongo que sus posibilidades de supervivencia ya son altas, abre los ojitos, reacciona cuando lo toco, y supongo que pronto se incorporará. Nuevamente hemos separado a Amélie y el pollito de Walter, que lejos de ayudar en la crianza, solo trata de sacar a Amélie del nido; se quedará en la zona de la cocina. No hace frío y yo creo que aunque no comiera un día entero no pasaba nada, al fin y al cabo su hermanito murió atragantado, ¿no lo estará cebando en demasía Amélie? Habrá que esperar al domingo...

jueves, 12 de noviembre de 2009

Ha muerto un pollito


Desgraciadamente hace unos minutos, cuando tenía exactamente una semana de vida, ha muerto uno de los dos pollitos. Creo que es el que nació segundo, y parecía que su ojito oscuro indicaba que sería del color de Amélie, mientras que el que queda posiblemente es blanco. La causa de la muerte ha sido un trozo de comida que le ha impedido respirar, pobrecito, incluso hemos intentado el "boca a pico", pero no se ha recuperado. Lástima, ha sido por segundos, si nos hubiéramos dado cuenta un poquito antes seguramente lo hubiéramos podido ayudar. La comida que lo ha atragantado era pan, suprimiremos eso por ahora de la dieta de su madre como precaución. Qué pena, estaba caliente, recién muerto, qué desgracia. Su hermanito sigue bien por ahora.

viernes, 6 de noviembre de 2009

El segundo huevo se ha abierto


Acababa de poner la entrada anterior, cuando he asistido en riguroso directo a la eclosión del segundo huevo, ha salido un pollito que se lleva entonces doce horas, aproximadamente, con su hermanito mayor, mientras que la puesta fue unas cuarenta horas posterior, ¡qué sabia es la naturaleza! Amélie los trata con amoroso cuidado, pero el hermanito mayor es ya capaz de reclamar su alimento, mientras que el recién nacido está aún muy quieto... espero que me dé tiempo a ver algo más antes de irme de fin de semana. Pongo también un vídeo de los dos pollitos con su mamá:

Walter y Amélie ya son papás



Hoy ha nacido, por fin, el primer pollito de Walter y Amélie. Debería decir que es horrible, pero a mí me parece precioso. El otro huevo aún no se ha abierto, así que mantenemos las dudas sobre si está fecundado y desarrollado, aunque todo parece indicar que sí, ¡incluso parece que se mueve un poco! Estamos embobados mirando al pollito, no tiene los ojos abiertos ni rastro de plumas, pero sabe meter su largo pico dentro de la boca de Amélie. Han pasado 16 días y pocas horas desde que puso su primer huevo, pero si contamos desde el segundo, yo creo que no llegan a 15 días, lo que concuerda con la fecha prevista. El pollito parece en buen estado, se mueve a veces con decisión buscando a su mamá, que está amorosamente encima, solo asoma su piquito por debajo. Es una ricura. ¿Tendrá un hermanito?

martes, 27 de octubre de 2009

Huevos fecundados


Hoy hace una semana, aproximadamente, que Amélie puso su primer huevo de esta puesta de dos. Solo he podido comprobar uno de los huevos al trasluz esta mañana, pero ¡sin duda está fecundado! Esto sí es una buena noticia... uno o dos pollitos, con suerte, nacerán en una semana.

martes, 20 de octubre de 2009

Un balcón con terraza para las tórtolas


Decidamente, lo mejor es asignar un lugar fijo de la casa para Walter, Amélie y sus posibles pollitos, y ese lugar va a ser el balcón que da al salón. Lo hemos cerrado con una malla de plástico blanco, dejando las persianas por fuera (pero podemos subirlas y bajarlas). Además, para el invierno forramos por dentro el conjunto con plástico transparente del que usan los pintores, así conseguimos que la temperatura sea la misma que la del salón. Esta protección es importante, no solo para que no se vayan volando las tórtolas, sino sobre todo para protegerlas de los ataques de los gatos del balcón de al lado, que pueden saltar con toda facilidad y que de hecho lo han intentado varias veces. En la foto se ve a Amélie encima del jaulón que tenemos por si algún día hay que llevarlas a casa de alguien, y que normalmente está vacío. A los dos lados del balcón tenemos dos soportes de tiestos transformados en reposaderos-nido muy confortables y prácticos, forrados de papel de cocina para facilitar la limpieza.

jueves, 15 de octubre de 2009

Walter ya se ríe


El primer amanecer sin que Amélie tenga unos huevos empollando y en compañía de Walter. Ha sido un día agitado, con varias novedades. La primera, que Walter ya se ríe, y con eso confieso que he respirado, porque ahora sí sé que tengo dos tórtolas domésticas; sé que el resto de características era suficiente, y además las únicas tórtolas blancas son las domésticas... pero yo quería que se riera al cambiar de sitio, como hace Amélie, y eso ha ocurrido hoy. Supongo que también demuestra que por fin se considera en su hogar, porque yo creo que se trata de un sonido territorial, un "ya estoy en casa". El resto de novedades también corresponden a Walter, quien corteja descaradamente a Amélie; para ello hace algo que ya antes había visto hacer a Amélie: se inclina, dejando la cola en alto, y emite su "uuuh-uhhh" mientras sacude en vaivén sus alas plegadas, como si fueran élitros de un grillo, rápidamente; a veces sube y baja el cuello al ritmo del canto. Además, ya no es un pollito asustado frente a Amélie, le propina picotazos "fuertes" en el cuello (sin hacerle daño), para provocar una reacción en ella, que se limita a besuquear su pico y acariciar sus plumas, sobre todo del cuello y la cara (yo creo que a Walter le cansa un poco tener el pico de la otra en los ojos todo el rato). Walter trata de montar a Amélie, pero ella huye, y si están en la terraza cerrada dan vueltas y vueltas, de un reposadero a otro; abrir la puerta de la terraza es peor, porque entran en el piso y hacen las mismas, así que prefiero que se persigan en el pequeño espacio de la terraza; pero Amélie me da un poco de pena. He probado a separarlos, pero el caso es que Amélie claramente busca a Walter en cuanto este la llama, aunque luego huya de él cuando la quiere montar. Por la tarde ya estaban un poco más calmados, y comparten reposadero por la noche, me da un poco de pena porque hace fresco, aunque he puesto un plástico en el rincón donde duermen para que no se les cuele tanto aire.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Retirada de los huevos



Hoy miércoles, cuando ya han pasado quince días desde la puesta del primer huevo, he quitado del nido los dos huevecitos, aprovechando el momento en que Amélie sale a comer y estirar las alas un ratito. Son dos huevos preciosos, evidentemente no fecundados, y en su interior se trasluce un líquido liviano que supongo es la clara. Al regresar al nido el animalito estaba un poco desconcertado, pero no le ha costado mucho superar la situación, supongo que su instinto le decía de algún modo que no valía la pena seguir empollándolos. Mi idea es aprovechar esta nueva situación para que Walter conviva más estrechamente con Amélie, ahora que ya no va a ser mamá; y efectivamente parece que las cosas están cambiando entre ellos; si hay suerte, esta noche dormirán juntos por primera vez, y empezaremos a delimitar su espacio, que debe de ser la terraza sobre todo, no como ahora que estamos "invadidos" en todo el piso.

lunes, 5 de octubre de 2009

Walter llega a casa


Hemos quedado a las doce de la mañana en el metro Casa de Campo para ir a buscar a Walter, el macho que formará pareja con Amélie. El chico que nos lo ha vendido por quince euros lo traía metido en una caja de zapatos agujereada, era un chaval de unos 16 o 17 años, con el pelo de punta. Se ve que tiene animales en algún pueblo próximo. Por lo visto, Walter vivía en un jaulón de un par de metros; tiene seis meses de edad, ¡es tan bonito! Realmente no es blanco inmaculado, algunas plumas de color ligeramente crema le dan matices de color que no se aprecian a primera vista. Parece un poco más grande que Amélie, y sus patas y pico son rosas, no marrones. Está muerto de miedo, no soporta que nos acerquemos a él, sale volando alocadamente y nos huye. Eso sí: come, que es una buena noticia. Pero no canta. De momento se quedará en el pasillo, separado de Amélie, que sigue empollando en el balcón.

lunes, 28 de septiembre de 2009

¡Walter era hembra! ¡No se llama Walter... es Amélie!

Sorpresón en casa. Nuestra tortolita ha puesto un huevo precioso, blanco y poco mayor que una aceituna. Así que toda esa teoría de que los que cantan son los machos, queda rotundamente desmentida. Por suerte ha ocurrido después del puente que hemos pasado en Toledo (nos llevamos allí a la tórtola), ¿qué habría pasado si pone allí el huevo? Esto tiene varias consecuencias: la primera, el cambio de nombre: definitivamente nuestra tórtola se llama AMÉLIE. La segunda, que tenemos que cambiar el encargo: hay que traer una tórtola blanca, que será Walter. Voy a escribir enseguida a quien me iba a traer la tórtola, a ver si puede ser del otro sexo. ¡Qué sorpresa! Supongo que los huevos están sin fecundar, salvo que la noche que pasó fuera de casa haya aprovechado para cruzarse con un macho, pero eso es muy difícil, ya que no veo nunca tórtolas por los árboles. En dos semanas lo sabremos, que es el tiempo que tardan en nacer los tortolitos. Y, entre tanto, se ha pasado todo el día empollando el huevo, no se levanta del pequeño tiesto de la terraza donde ha hecho su improvisado nido. Qué ricura de animalito.

jueves, 25 de junio de 2009

Amélie ahora se llama Walter


Tenemos una tórtola doméstica, pero, ¿macho o hembra? Como siempre, Internet está al quite, y ahí comprobé que "los machos emiten un arrullo muy característicos". Amélie no dijo nada el primer día, pero tras un tiempo empezó a obsequiarnos con dos sonidos distintos: uno, el arrullo al que sin duda se refiere Internet, un cantito que es una especie de llamada de autoafirmación: "uuuh - uuuuuh", repetido varias veces. Y si lo imito, me contesta; este sonido lo empezó a hacer el día siguiente de su entrada a casa. Hay un segundo sonido, que tardó una semana más o menos en emitir, una risa (pues se le parece mucho), que suelta cada vez que cambia de lugar, por ejemplo al llegar a mi cabeza de un vuelo, o si se pone en el plato a comer. Claro, ¡por eso se llama "risoria"! Pero, a lo que vamos, dado que arrulla, tiene que ser un macho, pensé yo. Y su nombre ha dejado entonces de ser Amélie, para ser Walter, siguiendo la broma que hace tantos años aparecía en la serie "Enredo", donde se mencionaba al actor Walter Pidgeon, o sea, "Walter Pichón".

miércoles, 24 de junio de 2009

La historia de Amélie


Amélie se coló en mi vida por la ventana. Enseguida caí en la cuenta de que no era una paloma callejera, es más pequeña. Y su plumaje, entre beige, rosa, naranja y blanco, mucho más elegante y vistoso. Era evidente que venía de una casa, o al menos de un sitio donde había convivido con las personas íntimamente, por dos pruebas inequívocas: tenía las plumas de un ala recortadas, y sobre todo no se asustaba de mí, y aceptó de inmediato pan y agua de mis manos. Lo de las plumas recortadas se ve que no es muy efectivo para impedir fugas, porque ahí estaba ella para demostrarlo. La primera tarea fue encontrar en Internet la especie a la que pertenecía; me sonaba "tórtola" como una variedad de paloma (error, son especies distintas), y por ahí empecé, localizando imágenes en "Google". Enseguida me fijé en la tórtola turca (Streptopelia decaocto), y aunque el color era distinto, no me cupo ninguna duda que Amélie era una de ellas, solo que el color de las plumas era diferente, y sobre todo el collar negro del dorso, que tienen las tórtolas turcas, en su caso era blanco. Tal vez le saliera después, porque Amélie me parecía un ejemplar joven. Puse una foto suya en un foro de animales domésticos, y ahí me sacaron del error: era una tórtola, pero de otra especie: tórtola doméstica (Streptopelia risoria). Resulta que hay, por lo menos, cuatro especies importantes de tórtolas en España:la común o europea, la turca, la doméstica, y la de collar. La primera es ave de campo, muy diferenciada de las otras tres especies, y en recesión por falta de hábitats. La turca está "invadiendo" todo el mundo, ocupa jardines urbanos, y no parece causar ningún mal con ello; pero no se adapta a la vida en cautividad. La de collar es en realidad africana, tampoco se adapta a vivir en cautividad, y es muy parecida a la turca. Y por fin la doméstica parece ser una subespecie de la africana, domesticada hace miles de años, e incapaz de vivir por sí misma, en libertad. Puede cruzarse con la turca y con la de collar (tanto es el parecido), así que hay quien duda de su diferenciación real como especie. Así que ahí tenía ya la solución del enigma, Amélie es una tórtola doméstica. También me enteré que hay una variedad totalmente blanca, que son justamente las "palomas" que usan los magos, y con eso me explico algo que siempre me había intrigado: ¿por qué las palomas de los magos permanecen mansamente en la mesita tras el truco, en lugar de salir volando despavoridas, como hacen las palomas "normales"? Y, claro, ahora lo sé: son tórtolas, y por tanto mucho más dóciles. Este dato, como luego se verá, tuvo su importancia.

martes, 23 de junio de 2009

Nace este blog


No soy un experto en tórtolas, pero con el tiempo tal vez sí lo sea. Amélie llegó a casa a finales de junio, no recuerdo el día, tendré que inventarme uno para poder celebrar el aniversario. Supongo que sería volando (vivo en un segundo piso, que en realidad es tercero, dada la curiosa manía madrileña de considerar "bajo" al primer piso), aunque yo la vi caminar por mi salón, entró andando por la puerta, supongo que procedente de la ventana de la cocina, y lo atravesó con pasitos decididos y elegantes, mientras yo miraba petrificado su aparición desde el sofá. Pensé que no me había visto, y que en cuanto reparase en mi presencia le daría un ataque de pánico: no fue así. Me acerqué lentamente, y con suavidad la puse en mi mano. Sus patitas se aferraron a mis dedos, y sentí el calor de su sangre. En ese momento se selló un pacto de convivencia, ya no éramos dos en el piso, sino tres. ¡Una paloma!, pensé yo. Pero una paloma rara, de esas "torcaces", como las que había visto en Salou hacía unos años, que cantaban raro. Qué equivocado estaba, y cuánto cambiaría mi vida desde entonces. Este blog dará cuenta de ello.