jueves, 25 de junio de 2009

Amélie ahora se llama Walter


Tenemos una tórtola doméstica, pero, ¿macho o hembra? Como siempre, Internet está al quite, y ahí comprobé que "los machos emiten un arrullo muy característicos". Amélie no dijo nada el primer día, pero tras un tiempo empezó a obsequiarnos con dos sonidos distintos: uno, el arrullo al que sin duda se refiere Internet, un cantito que es una especie de llamada de autoafirmación: "uuuh - uuuuuh", repetido varias veces. Y si lo imito, me contesta; este sonido lo empezó a hacer el día siguiente de su entrada a casa. Hay un segundo sonido, que tardó una semana más o menos en emitir, una risa (pues se le parece mucho), que suelta cada vez que cambia de lugar, por ejemplo al llegar a mi cabeza de un vuelo, o si se pone en el plato a comer. Claro, ¡por eso se llama "risoria"! Pero, a lo que vamos, dado que arrulla, tiene que ser un macho, pensé yo. Y su nombre ha dejado entonces de ser Amélie, para ser Walter, siguiendo la broma que hace tantos años aparecía en la serie "Enredo", donde se mencionaba al actor Walter Pidgeon, o sea, "Walter Pichón".

miércoles, 24 de junio de 2009

La historia de Amélie


Amélie se coló en mi vida por la ventana. Enseguida caí en la cuenta de que no era una paloma callejera, es más pequeña. Y su plumaje, entre beige, rosa, naranja y blanco, mucho más elegante y vistoso. Era evidente que venía de una casa, o al menos de un sitio donde había convivido con las personas íntimamente, por dos pruebas inequívocas: tenía las plumas de un ala recortadas, y sobre todo no se asustaba de mí, y aceptó de inmediato pan y agua de mis manos. Lo de las plumas recortadas se ve que no es muy efectivo para impedir fugas, porque ahí estaba ella para demostrarlo. La primera tarea fue encontrar en Internet la especie a la que pertenecía; me sonaba "tórtola" como una variedad de paloma (error, son especies distintas), y por ahí empecé, localizando imágenes en "Google". Enseguida me fijé en la tórtola turca (Streptopelia decaocto), y aunque el color era distinto, no me cupo ninguna duda que Amélie era una de ellas, solo que el color de las plumas era diferente, y sobre todo el collar negro del dorso, que tienen las tórtolas turcas, en su caso era blanco. Tal vez le saliera después, porque Amélie me parecía un ejemplar joven. Puse una foto suya en un foro de animales domésticos, y ahí me sacaron del error: era una tórtola, pero de otra especie: tórtola doméstica (Streptopelia risoria). Resulta que hay, por lo menos, cuatro especies importantes de tórtolas en España:la común o europea, la turca, la doméstica, y la de collar. La primera es ave de campo, muy diferenciada de las otras tres especies, y en recesión por falta de hábitats. La turca está "invadiendo" todo el mundo, ocupa jardines urbanos, y no parece causar ningún mal con ello; pero no se adapta a la vida en cautividad. La de collar es en realidad africana, tampoco se adapta a vivir en cautividad, y es muy parecida a la turca. Y por fin la doméstica parece ser una subespecie de la africana, domesticada hace miles de años, e incapaz de vivir por sí misma, en libertad. Puede cruzarse con la turca y con la de collar (tanto es el parecido), así que hay quien duda de su diferenciación real como especie. Así que ahí tenía ya la solución del enigma, Amélie es una tórtola doméstica. También me enteré que hay una variedad totalmente blanca, que son justamente las "palomas" que usan los magos, y con eso me explico algo que siempre me había intrigado: ¿por qué las palomas de los magos permanecen mansamente en la mesita tras el truco, en lugar de salir volando despavoridas, como hacen las palomas "normales"? Y, claro, ahora lo sé: son tórtolas, y por tanto mucho más dóciles. Este dato, como luego se verá, tuvo su importancia.

martes, 23 de junio de 2009

Nace este blog


No soy un experto en tórtolas, pero con el tiempo tal vez sí lo sea. Amélie llegó a casa a finales de junio, no recuerdo el día, tendré que inventarme uno para poder celebrar el aniversario. Supongo que sería volando (vivo en un segundo piso, que en realidad es tercero, dada la curiosa manía madrileña de considerar "bajo" al primer piso), aunque yo la vi caminar por mi salón, entró andando por la puerta, supongo que procedente de la ventana de la cocina, y lo atravesó con pasitos decididos y elegantes, mientras yo miraba petrificado su aparición desde el sofá. Pensé que no me había visto, y que en cuanto reparase en mi presencia le daría un ataque de pánico: no fue así. Me acerqué lentamente, y con suavidad la puse en mi mano. Sus patitas se aferraron a mis dedos, y sentí el calor de su sangre. En ese momento se selló un pacto de convivencia, ya no éramos dos en el piso, sino tres. ¡Una paloma!, pensé yo. Pero una paloma rara, de esas "torcaces", como las que había visto en Salou hacía unos años, que cantaban raro. Qué equivocado estaba, y cuánto cambiaría mi vida desde entonces. Este blog dará cuenta de ello.