jueves, 10 de diciembre de 2009

Lo que buscan las tórtolas para hacer un nido



(Foto: Junior junto a un palillo envuelto que Walter o Amélie se llevarán al nido).

Aprovechando los afanes de Amélie y Walter para hacer su nido (que, recordemos, contiene dos huevos no fecundados), estoy observando en qué consisten sus tareas. Los huevos están en una de las bandejas de plástico forradas de papel de cocina y situadas en colgadores para tiestos que tengo en el balcón-terraza; allí, en turnos rigurosos Amélie y Walter se relevan para proporcionar calor a los huevos, por lo general Walter releva a Amélie por la mañana temprano, y se queda ahí hasta caer la tarde, en que intercambian los papeles, así lo han hecho toda esta semana. El cónyuge que queda libre, emprende entonces las tareas de llevar cosas al nido que contribuyan a hacerlo más acogedor. Es tarea en realidad inútil, no solo porque los huevos no están fecundados, sino porque el nido reúne todo el confort necesario, nunca pasan frío, y la prueba es que la única vez en que he permitido a Amélie empollar huevos fértiles salieron perfectamente los dos pollitos, y eso que entonces Amélie no tuvo oportunidad de mejorar el nido, ya que Walter se desentendió por completo del asunto.

Pero de todos modos es muy curioso observar el proceder de las tórtolas. La que no está empollando se dedica por completo a buscar elementos tales como palillos, trozos de tela, papel, e incluso cigarrillos, que lleva al nido cuando los considera idóneos, siendo entonces colocados dentro del nido por quien está empollando. Puede parecer que es una tarea fácil y despreocupada la que describo, pero nada más lejos de la realidad; si les ofrezco algo que me parece a mí útil para el nido (por ejemplo un palito, o un trozo de tela), antes de aceptarlo lo toman por el pico y lo sacuden muchas veces, a mi entender porque están comprobando que no se trata de nada vivo que pudiera luego ser un problema dentro del nido; le dan golpes, lo sacuden, lo dejan caer, una y otra vez, hasta que, por fin, si en todas estas operaciones no perciben nada inconveniente, terminan por llevarlo al nido.

En cuanto al conflicto entre Walter y Junior, mientras el padre está empollando no hay problema, ya que Amélie y Junior se llevan de maravilla y Walter no abandona el nido aunque Junior esté cerca; los problemas surgen al ser relevado Walter de su deber de empollar. Pues bien, hoy, por primera vez, he conseguido que padre e hijo permanezcan en la misma habitación bastante tiempo sin que haya pelea, al principio he tenido que defender a Junior, pero, con paciencia, parece que Walter acepta a regañadientes reanudar su actividad con Junior en la misma habitación; incluso se han quedado solos un rato y no ha pasado nada. Falta mucho para decir que conviven en paz, pero al menos es un avance esperanzador.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Padre contra hijo: Walter ataca a Junior


(Foto: En primer término, sobre mi mano, Junior. Walter, detrás, está a punto de saltar.)

Cuando podría decir que todo va bien, y que las tres tórtolas, Amélie, Walter y Junior, aumentan de peso para corroborarlo (Amélie ha engordado hasta los 165 gramos, lo mismo que Walter; Junior ya alcanza los 120 gramos), se perfila un problema, que puede llegar a ser grave: Walter no soporta a Junior, es decir, el padre no soporta a su propio hijo. Cada vez se parecen más en todo, Junior vuela bastante bien, y su plumaje se va asemejando al de los adultos, aunque sigue siendo un pollito: hoy tiene 36 días de edad, muy poco, no canta, solo pía, y cuando está cerca de Amélie hace todo lo posible por ser alimentado por ella, quien desde luego no lo hace, todo lo más le dedica alguna caricia, que Junior rechaza, piando desesperado y picando las uñas de su mamá, supongo que para llamar su atención. Pero Walter lo ve como una amenaza, no tolera su presencia, y lo ataca y persigue con saña, por lo que tengo que estar al quite en todo momento. La consecuencia es que no pueden estar juntos, salvo si enjaulo a uno de los contendientes, normalmente a Junior, que al ser más pequeño está más a gusto en la jaula. ¿Por qué esta inquina? Tal vez Junior es macho, y despierta celos en su padre; también es posible que el desapego que Walter demostró durante el empolle y la crianza de Junior (todo lo contrario que hace ahora con los huevos no fecundados), hayan provocado una especie de "no reconocimiento" como hijo propio por parte de Walter.

Por otra parte, ¿qué ocurrirá en un futuro? Junior no será siempre un pollito, y es posible que llegue el día en que se defienda de Walter. Me gustaría pensar que hay alguna solución, porque me costaría desprenderme de cualquiera de las tórtolas. Pero tampoco puedo tenerlas separadas siempre, el piso es pequeño, y el lugar donde deben vivir, salvo excepciones, es en el balcón-terraza. Veremos qué ocurre.

martes, 8 de diciembre de 2009

El cambio de Walter: ahora es un "padrazo"


(Foto: Walter en el nido. Se observa que está sobre un cenicero de cristal que, además de los huevos, contiene comida.)

Sorprendentemente, Walter ha modificado su conducta de un modo radical. Generalmente estos cambios corresponden a variaciones hormonales, más explicables en las hembras, así que realmente no sé la causa, si es hormonal, o meramente circunstancial. El caso es que Walter ayer relevó en el empolle de los huevos a Amélie sobre la hora del desayuno, y se quedó pacientemente en esa tarea hasta ya caída la tarde, es decir, más de ocho horas, mientras Amélie disfrutaba de su "libertad" comiendo y saltando por la casa. Cuando llevé a Amélie al nido y aceptó el relevo (lo había rechazado varias veces, pues al ponerla en el nido salía volando rápidamente), Walter, además de estirar patas y alas, alimentarse y defecar, se dedicó por completo a la tarea de buscar ramitas que le pudieran servir para el nido; en cuanto encontraba una, la llevaba al nido, donde Amélie la recibía y colocaba convenientemente, y luego vuelta a buscar. Esta mañana, cuando me he levantado, he visto que Walter ya estaba bien despierto, buscando pajitas para su nido, y enseguida ha hecho el relevo con Amélie, ahora mismo esté de nuevo empollando en el nido. ¡Y los huevos no están fecundados porque los cambié!

No es este el único cambio de Walter; tan sorprendente como su reciente vocación de padre, es la afabilidad que demuestra con nosotros, ya que ahora se posa sobre mi cabeza o mi pierna, sin rehuír mi presencia, como tantas veces ha hecho. Increíblemente, Walter es ahora más cariñoso y confiado, como si la futura paternidad le hubiese afectado el carácter.

Lamentablemente, lo que no ha cambiado es el sentimiento de Walter contra Junior, cuando no está anidado y lo ve lo ataca con tanta fiereza que es preciso separarlos. De momento Junior, que sigue siendo un pollito a pesar de sus 110 gramos, simplemente huye. Y no sé cómo acabará esto.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Amélie ha puesto huevos de nuevo... y ahora Walter parece que ayuda

Al llegar a casa en Madrid, después del fin de semana en Toledo (nos habíamos llevado a Junior, ahora que ya come solito), nos hemos encontrado con que Amélie ha puesto dos nuevos huevos, y los está incubando. La verdad es que me inspira una ternura infinita ese animalito, echado en su nido. Esta vez ha elegido un cenicero redondo de cristal donde le dejamos muchas semillas para comer, así que puede con facilidad alimentarse mientras empolla; todo esto en la cocina, que es donde han pasado el fin de semana. Como ya hemos calentado el salón, y por tanto el balcón-terraza tiene una buena temperatura, hemos trasladado allí a las dos tórtolas adultas. Después de pensarlo, hemos optado por cambiar los huevos que ha puesto Amélie este fin de semana por los dos primeros que puso antes de la llegada de Walter, por tanto sin fecundar; ella ha aceptado el cambio, a pesar de que los que tiene ahora estaban fríos, y encima le hemos cambiado el nido de sitio: el cenicero está ahora dentro de los nidos colgados que hay en el balcón, fabricados con porta-tiestos. Y, curiosamente, cuando Amélie se ha levantado del nido ha acudido Walter, relevándola sobre los huevos, cosa  que no hizo la última vez, así que tal vez está mejorando en su experiencia como padre.

Lo que no cambia es la ojeriza que Walter le tiene a Junior, su propio hijo, al que ataca cruelmente siempre que tiene ocasión. Junior adopta en su presencia la misma actitud que con su madre, es decir, pía lastimosamente y agita las alas de un modo especial, en solicitud de comida. Cuando Walter lo pica (y lo hace con mucha fuerza), Junior se aparta, o sale volando, y Walter lo suele seguir. Normalmente impedimos estos enfrentamientos, pero será una lástima que no puedan convivir los tres en paz.

sábado, 5 de diciembre de 2009

El pico de las tórtolas


Ahora que Junior ya está crecidito, es hora de señalar algunas observaciones sobre las crías de tórtola, en este caso referidas a sus picos. Es curiosa la forma en que la naturaleza dispone el crecimiento de estos animales, se ve que algunas partes deben desarrollarse a toda prisa, y en cambio otras lo hacen a un ritmo mucho más lento. En concreto el pico de Junior es mayor en tamaño que el de sus padres, y también su forma y textura aparente. Es posible que esto se deba a que al principio las tortolitas toman la comida directamente del buche de su madre, por lo que tener un pico largo resulta muy conveniente; en cambio, parece más blando, cartilaginoso y no córneo, lo que posiblemente también evita lesiones en su progenitora. Si esto es correcto, es decir, si en el caso de Junior el mayor tamaño de su pico corresponde a una fase juvenil, debemos observar en las próximas semanas cómo su pico adelgaza, se retrae y endurece, lo cual es aparentemente muy posible. En la foto se pueden observar los picos de Amélie y Junior. La coloración de Junior y Walter es similar, porque ambos son blancos, pero realmente hay más coincidencias entre los dos adultos que entre cualquiera de ellos y su cría.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Junior tiene un mes, y ha aprendido a comer

Después de la muerte de su hermanito (o hermanita), nos hemos dedicado en cuerpo y alma a cuidar al pollito superviviente, "Junior". Su crecimiento ha sido rápido y satisfactorio; a la semana abrió los ojos y empezó a interesarse por el entorno; a las dos semanas empezó a tener un incipiente plumón; a las tres semanas fue capaz de salir del nido, con saltos que cada vez se aproximaban más al vuelo. A partir de este momento su madre fue distanciando más las cebas, huyendo incluso del lado de su retoño, que más que reclamar exigía su comida, con lo que el proceso de engorde se detuvo, e incluso hubo un retroceso; al final de la tercera semana pesaba 110 gramos, y durante la cuarta semana bajó incluso a los 95, oscilando siempre en torno a los 100. Con casi cuatro semanas ya daba vuelos bastante aceptables... pero no sabía comer. El caso es que picoteaba la comida, tratando de tragar granitos de la pasta de cría, pero sin resultado. Por fin, justo al mes de nacer, y tras un día sin ser cebado por su madre, sus progresos fueron tan buenos que empezó a comer con apetito, e incluso bebió agua por primera vez en su vida. Ha sido un gusto verle avanzar en algo tan importante: ya es independiente de su madre en lo más fundamental. Cierto que cuando ve a su madre (sobre todo), y también a su padre, pía como un pollito y aletea solicitando comida, pero ya no los atosiga, sino que se pone a comer por sí mismo. Nos lo hemos llevado a Toledo de fin de semana, así que hoy es la primera noche que duerme lejos de su mamá, que se quedó en el piso de Madrid junto con Walter. Su plumaje es ya muy completo, ahora sí está bonito de verdad.