viernes, 20 de noviembre de 2009

El padre no ayuda en la cría, al revés, es un estorbo


Resulta curioso el modo de crianza de la tórtolas. Tras el nacimiento, la madre se ocupa de darles calor, y sobre todo comida. Durante la primera semana, apenas abandona el nido una o dos veces al día, para evacuar fuera de él, y alimentarse. Suele hacerlo por la mañana y por la tarde, muy parecido a cuando incuba, que observa el mismo comportamiento. En este caso el excremento es grande y viscoso, a diferencia de las pequeñas bolitas secas que excreta en estado normal. Pasada una semana el comportamiento de la madre cambia, y abandona el nido cada vez con más frecuencia, ya no duerme con las crías (demasiado grandes para estar debajo de ella), y vuela al nido para darles de comer, en un espectáculo entre lo grotesco y lo terrible, pues las crías (una en este caso), buscan la comida dentro de la boca de la madre, metiendo el pico hasta muy dentro. Su crecimiento es asombroso, y pasa en dos semanas de los 5 a los 80 gramos. A todo esto, el padre no solo no colabora en la crianza, sino que trata por todos los medios de apartar a la madre de su tarea, al principio intenta que abandone el nido para dedicarse a él, luego dificulta cualquier acercamiento de la madre. Para ello da fuertes picotazos ya a la madre, ya a la cría, de hecho Amélie presentaba hoy una gotita de sangre en la cara (que puede observarse en la foto, si se mira con detenimiento), aunque parecía no importarle en absoulto. En consecuencia, tenemos a Walter apartado del nido y de la madre, al principio por completo, y pasada la primera semana cuando entendemos que Amélie debe de ocuparse de su cría.