miércoles, 29 de diciembre de 2010

Queda un pollito

(La cría superviviente)

Hace unos días se abrieron los dos huevos que Walter y Amélie prestaron a las tórtolas del amigo Javier. Ayer este me dio la mala noticia de que uno de los pollitos ha muerto; queda este, que tiene todas las trazas de convertirse en una bonita tórtola de plumas oscuras, si todo va bien. Se ve perfectamente que tiene el buche bien lleno (seguro que sus papás se ocupan bien de que coma), es una auténtica monada.

Desde aquí deseamos que siga la crianza sin novedad, y poder exponer fotos del pollito ya crecido.


martes, 21 de diciembre de 2010

Camila se asoma al blog

Camila sobre la mano de su dueña

Camila y Fina se quieren mucho

Fina es una amiga de este pequeño blog. Su tórtola Camila es un encanto, por su tamaño, que me parece más bien pequeño, me recuerda mucho a Junior. Como veis, es una tórtola de plumaje blanco inmaculado, salvo el estrecho collar gris. La postura relajada con que se sitúa sobre la mano de Fina, y la caricia del pico contra la barbilla son un ejemplo de amor mutuo.

Cuanto más miro esta última foto más me gusta, así que, queridos amigos que podáis leer esto, con ella os deseo Feliz Navidad, que la blancura de Camilia y el amor de Fina sean para todos presagio de venturas para el año entrante, y ejemplo de cómo la verdadera felicidad está en las cosas pequeñas. El amor de un tórtola, su entrega y confianza pueden ser el primer paso para aprender a amar a cada uno como es, sin pretensiones ni condiciones. Las tórtolas nos quieren a pesar de que no somos de su especie, y son felices con un puñado de semillas, un rinconcito caliente y una caricia. Y nos dan tanta felicidad que solo quien tiene la suerte de vivir con ellas lo puede comprender. ¡Feliz Navidad!

¡Nacen dos tortolitas!

Hace un par de semanas entregué unos huevos fecundados de Amélie y Walter a Javier, un seguidor del blog que tiene una pareja de tórtolas pero que no consigue que pongan huevos fértiles. Y, con unas fechas de adelanto al día previsto, ¡los dos huevos se han abierto! Como es usual, hay más o menos un día de diferencia entre los dos pollitos; el mayor parece ser blanco, me dice Javier que el pequeño posiblemente es blanco también, ¡qué bonitos! A la espera de más fotos, tenemos esta que nos sirve de presentación oficial de las nuevas tortolitas. Ignoro si la tórtola grande es la madre o el padre, lo importante es que cuiden bien de estas pequeñuelas recién nacidas; también puede verse el nido, mucho más ortodoxo que mis cajas de plástico de los chinos forradas de papel.

Si alguien más quiere hacer lo mismo que Javier, con gusto le daré huevos fecundados. ¡Gracias por la foto, Javier, esperamos más en un futuro!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Andanzas de Walter

(Walter junto a un elefante blanco de Playmobil)

Walter tiene un carácter muy especial: es el único macho en el grupo de las tórtolas de mi casa. Es amorosamente correspondido por Amélie, pero esto no impide que Walter trate de aparearse con todo lo que le sale al paso: su sombra, su reflejo en un cristal, la tórtola dibujada en la caja de comida, su hija Junior... el último intento de cortejo lo ha tenido con un bonito elefante blanco que acabo de recibir de Alemania, y que se unirá a mi pequeña colección de animales de Playmobil (bueno, lo de "pequeña" es opinión mía, mi madre piensa de otro modo). Tras rendirse a la evidencia de que el paquidermo de plástico era totalmente inmune a sus encantos, Walter optó por comer, momento que queda captado en la foto.

Aparte de esto, Walter es más cariñoso que nunca conmigo, sé que no podrá jamás confiarse como lo hace Junior, ni siquiera como Amélie; pero a su manera da también su afecto, y aprecio sus avances más que los de las hembras, porque es él quien más ha cambiado. Cada vez que sale de su sitio para posarse en mi brazo o en mi hombro me da una gran alegría. Quedaron atrás el pánico y la animadversión de los primeros días... y, además, ¡es tan bonito! Su plumaje es, con diferencia, el más tupido y espectacular,


domingo, 12 de diciembre de 2010

Un año con Junior

(Junior calentándose junto a la estufa de infrarrojos)

El pasado mes de noviembre Junior cumplió un año de vida. Esta chiquitina se ha abierto un hueco en mi vida, la quiero mucho, más de lo que nunca supuse que podría querer a un pájaro. Nació en casa, se acostumbró a descansar encima de mi mano, y es la más limpia de las tres. Ya de pollito, cuando no tenía aún las plumas, sacaba el culito fuera del nido y dejaba caer los excrementos; cuando ahora está encima de mí, durmiendo la siesta, procura aguantarse las ganas. No se asusta si le acaricio la cabeza (Walter no lo soporta, y Amélie lo tolera, pero sin ganas). Le gusta que le rasque el cuello, todo alrededor, y corresponde picoteando mis dedos. Me sigue emocionando que se duerma sobre mi mano, las tórtolas no tienen un sueño profundo, duermen con un ojo abierto... pero cuando Junior duerme encima de mí sí se confía por completo, es como si dijera "yo no vigilo, estoy sobre ti, el problema es tuyo". Esa confianza, ese abandono, me conmueven mucho. Es más pequeña que su mamá, y mucho más que su papá. He aprendido a entender todos sus sonidos, el que más me gusta es el "ronroneo" (no se me ocurre una palabra mejor) que hace cuando está sobre mi hombro, porque es un sonido claramente de amor. Por las noches, cuando estoy en el ordenador, viene volando y se pone en mi hombro, como quien cumple un horario por deber. Cuánto la quiero.

Huevos de alquiler

(Walter y Amélie en su nido)

No es que alquile los huevos, no. Es que se me ha ocurrido este título a semejanza de los "vientres de alquiler". Lo explico mejor: un lector de este blog, Javier, me ha escrito pidiéndome los huevos fecundados de Amélie, porque tiene una pareja de tórtolas que no consiguen criar, ya que aparentemente los huevos no quedan fecundados. El jueves pasado quedamos cerca de mi casa, y yo le llevé los dos huevos recién sacados del nido. Esperemos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos, si finalmente todo va bien, espero poder contarlo en este mismo blog. Ojalá.

martes, 9 de noviembre de 2010

Un huevo fecundado

(Un huevo de cinco días visto al trasluz de una lamparita halógena.)

Últimamente el ciclo se repite: Junior pone un par de huevos más o menos a la vez que su mamá, Amélie; la diferencia está en que los de Junior no están fecundados y los otros sí, así que la estrategia consiste en quitárselos a Junior (quien rápidamente se olvida de ellos y comienza a convivir amorosamente con nosotros), y con esos huevos infértiles le damos un cambiazo a Amélie; así la pareja Walter/Amélie sigue incubando unos huevos, y su comportamiento es más tranquilo. Hoy precisamente hemos hecho uno de esos cambios, y antes de tirar los huevos fecundados a la basura se me ha ocurrido mirarlos al trasluz. Aunque solo habían pasado cinco o seis días desde la puesta del primero, ya era evidente su estado fecundo, pues se nota el embrión y sus sistema de venas que lo mantienen vivo. En la foto se aprecia perfectamente lo que describo. El otro huevo aún no mostraba el sistema de venas, porque lo puso un par de días después, pero supongo que también está fecundado. Ambos sorprenden porque están llenos de líquido (la clara), que no parece en absoluto un gel o algo denso, sino que se mueve como si fuera agua, y casi da la impresión de que el embrión "nada" por sí mismo, confieso que me ha dado un poquito de impresión tirar luego los huevos. Pero no podemos tener tantas tórtolas... tres ya son un triunfo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La maravilla del plumón

Plumón de Amélie - Vista general

Ya he comentado a veces la maravilla que suponen las plumas. Hoy he llevado al escáner una pequeña porción del plumón de Amélie, que se ha arrancado en uno de los procesos rutinarios del acicalado diario que todas las tortolitas practican con asiduidad. Lo primero que llama la atención es que este plumón, que cubre pecho y abdomen, constituye un tipo de plumas distinto por completo de las largas de las alas y la cola. Estas plumas son pequeñas, con forma avellanada, y una estructura bastante diferente; a continuación expongo algunos detalles ampliados de esta misma imagen; de todos modos, pulsando sobre cada foto se obtienen vistas aún más ampliadas, que tal vez os guste investigar.

Plumón - Detalle del tallo central

Las plumas del plumón van construidas a partir de un eje que va inserto en la piel por uno de sus extremos, como todas las plumas. Este eje o tallo central, llamado raquis, es el punto de partida de las barbas laterales. En el plumón la naturaleza de estas barbas va cambiando según la zona de la pluma; así, la parte interna, en contacto con la piel, tiene unas fibras muy finas y tupidas, que no siguen una estructura geométrica, como podemos ver en la foto siguiente; estas fibras son, el verdadero plumón.

 Plumón - Detalle de las barbas internas

A medida que vamos recorriendo la pluma hacia la punta exterior, vemos que el plumón cambia su distribución anárquica por otra más elegante y ordenada, sobre barbas que a su vez se ramifican, en una estructura claramente fractal respecto de la pluma completa:

Plumón - Detalle de las barbas intermedias en disposición fractal


A medida que vamos llegando a la punta encontramos barbas más rígidas y grandes, mientras que el plumón propiamente dicho pierde presencia.


Plumón - Detalle de barbas cercanas a la punta de la pluma

Finalmente, en la punta de la pluma solo hay barbas rígidas:

Plumón - Detalle de las barbas de la punta
A la vista de esta estructura se comprende que el plumón es un aislante de primera categoría para las tórtolas, a las que protege del frío y seguramente también del agua. Las tórtolas pasan mucho tiempo acicalándose, no solo para tener sus plumas peinadas, sino para impregnarlas con una grasa que sudan por una glándula especial, así que hay que imaginarse todas estas fibras ligeramente engrasadas, y por tanto impermeables.

Mis tortolitas no tienen que preocuparse por el frío o el agua, ya que están siempre a cubierto y calentitas, pero en las pocas ocasiones en que han estado expuestas a bajas temperaturas (digamos 10 grados), no me ha parecido nunca que estuviesen incómodas, ni mucho menos ateridas. Y es que saben mover sus plumas (algo parecido a cuando a nosotros se nos eriza el vello, pero mucho más controlado), de modo que ahuecan las que tienen plumón, y en ese momento parecen muy gorditas; sospecho que forman un colchón de aire caliente que las aísla del exterior de un modo muy eficiente.

¿No son las tórtolas maravillosas?


jueves, 21 de octubre de 2010

¡Las tórtolas renuevan todas las plumas!

(Plumas de la cola de Junior)


En un programa de TV, hace algún tiempo, vi cómo un águila a la que se le había roto una pluma de la cola era ayudada con la cuidadosa recomposición de la misma. Fue algo muy complicado, hubo que introducir un eje de metal en su interior, añadir parte de otra pluma, pegarlas las dos partes, reimplantar la pluma... y de ahí llegué a la conclusión de que esas plumas de la cola posiblemente no se renovaban.

Por supuesto el plumón resulta evidente que se cambia a menudo pero, ¿qué pasa con las plumas largas de las alas, y sobre todo de la cola? Hay que decir que empecé a notar cómo se les deterioraban, especialmente a Junior y Walter, es decir, las tórtolas blancas. Últimamente incluso se les caían, se les partían... las puntas estaban hechas una pena. Pero, con gran alegría, he notado que las tórtolas sí renuevan las plumas de la cola, y a semejanza de un cabello que creciera desde la raíz, tras la pérdida de una pluma otra viene pronto a sustituirla.

En la foto se nota perfectamente la diferencia entre las plumas viejas, más largas, con la punta oscura y deterioradas, y las nuevas, en una capa superior y totalmente blancas.

domingo, 17 de octubre de 2010

Amores de otoño

(Amélie y Walter acicalándose las plumas mutuamente)


Tras dos semanas empollando unos huevos infértiles, que procedían de Junior, finalmente Walter y Amélie se dieron perfecta cuenta de que no tenía sentido continuar con tan inútil tarea, así que comenzaron a cortejarse y darse mimos. En estas ocasiones da gusto verlos, tan cariñosos. Hay varios movimientos típicos de estos momentos, entre ellos el acicalamiento mutuo, consistente en el rápido repaso de las plumas del cuello, que realizan con una enorme habilidad; la foto superior da idea de ello, ya que está movida en la parte de las cabezas, pero creo que da una buena idea de en qué consiste.

Lamentablemente cuando aparezco con la cámara para grabar suelen interrumpir lo que hacen y me prestan atención, por lo que no es fácil captar su comportamiento. El vídeo final es ilustrativo, pero Walter solo canta un par de veces, cuando lo normal es que lo haga de modo constante mientras corteja a Amélie; corto la grabación justo antes de que Amélie se me suba encima de un salto.



lunes, 27 de septiembre de 2010

Lo que se guarda en un nido

(Walter en su nido, con diversos objetos curiosos)

Desde hace unos días, y tras la emancipación de sus dos últimos retoños, Amélie entró en celo, y más tarde puso dos huevos... se ve que no pierde el tiempo. Durante el fin de semana pasado fue la puesta del segundo, y aunque se los quitaremos, de momento sigue con ellos. Como es habitual, ambos progenitores se turnan en el empolle de los mismos; lo gracioso ha sido cuando, este domingo al llegar a casa, hemos visto los "papeles" que han llevado al nido para hacerlo mullido (práctica que solo realizan poco antes de poner los huevos): un billete de cinco euros, y un boleto antiguo de lotería primitiva, ¡parecía que habían jugado ellos a la lotería y les había tocado algo! La culpa, claro, es nuestra por dejar a su alcance ambas cosas... por suerte el dinero no estaba manchado y lo recuperamos sin novedad.

sábado, 18 de septiembre de 2010

En el Indiana camp

(Romana y Paulo acomodadas en el Indianacamp)

Hace unos minutos hemos dejado a Romana y Paulo en su nueva ubicación, dentro del Indiana camp. Se trata de un espacioso jaulón, donde ellas serán las únicas aves voladoras, por lo que espero que se sientan perfectamente bien. Pero no estarán completamente solas, porque unas simpáticas codornices saltan por el suelo. Tienen un par de comederos, y bebedero.





(Una de las codornices que acompañarán a las tortolitas)





Las pobres se han asustado un poco con la algarabía de las aves, y también porque sus vecinos a ambos lados son nada menos que dos rapaces, una de las cuales se ha tirado contra la reja que hace de frontera entre los dos jaulones... qué susto se han llevado. Mi primo Julio dice que no me preocupe, que en cuanto se acostumbren no les harán caso, y eso espero.

He vuelto a recorrer las instalaciones del Indianacamp, y he admirado docenas de especies de aves maravillosas.

(En orden: Faisán, Colipavas indias, Tórtola del Perú, Tórtola Diamante)

Aunque lógicamente veré poco a mis maravillosas tortolitas, tampoco es un adiós para siempre, espero visitarlas de vez en cuando y poner aquí sus noticias. Además, mi primo cuenta con otra pareja de tórtolas domésticas (posiblemente ambos machos, porque nunca han puesto huevos), que cuando pasen unas semanas acompañarán a Romana y Paulo en su jaulón, con la intención de que en el futuro tengan descendencia (suponiendo que Romana sea, como parece, una hembra).

Adiós, tortolitas


(Romana dormida sobre el pecho de uno de nosotros)

Y mañana, en unas horas, llegará la separación. Es el momento de que Romana y Paulo cambien de residencia y vivan en el Indiana camp, la granja-escuela cercana a Toledo que regenta mi primo Julio. Para eso nacieron, sin ese fin no habrían nacido, ya que cinco tórtolas es un número demasiado alto como para tener en un piso pequeño de Madrid.

Me da pena, claro. Esta última semana, especialmente, se han hecho querer; Paulo, el más activo, nos busca directamente, volando a nuestras cabezas por gusto o si Walter lo persigue. Romana, más tranquila, nos acompaña en la siesta, tumbados encima de nosotros cuando dormimos en el sofá. Hoy han viajado a Toledo, escala intermedia, sin quejarse por la estrechez de la jaula, y luego, dóciles, se han quedado dormidas en un rincón tranquilo. Ahora serán los niños quienes pondrán sus manitas para ellas se posen, y reciban una caricia o una golosina.

Ojalá sean felices allí, porque las queremos mucho.

Paula es Paulo; Román es Romana (o "Romy")

(A la izquierda, Paulo; a la derecha, Romana)

Tenemos que rectificar el nombre de las tórtolas. La razón es que ahora, cuando tienen ya cinco semanas de edad, creemos que la asignación de sexos que hicimos está equivocada, ahora pensamos que la tórtola blanca es una hembra, y la de color un macho, por lo que sus nombres serán, respectivamente, "Romana" (o "Romy" para los amigos), y "Paulo". Estas son nuestras razones:
  • Paulo nació un día después, era la cría pequeña. Sin embargo ahora es claramente mayor que Romana.
  • Paulo intenta cortejar a Romana, a pesar de que todavía no canta, solo pía. Pero hace los típicos movimientos de cabeza arriba y abajo, hinchando el pecho.
  • Romana se muestra retraída, sin señal de cambios hormonales, coherente con el hecho de que la maduración sexual de las hembras es a los seis meses.
Ya hace tiempo notamos que la tórtola oscura volaba mucho mejor que la blanca, y era mucho más activa, pero no sacamos ninguna conclusión; ahora pensamos que la "raza" blanca es peor voladora que la "raza" oscura, independientemente del sexo.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Foto de familia


(Nuestras cinco tórtolas reunidas)

No es fácil ya poner todas las tórtolas en un mismo plano fotográfico, pero por un segundo lo he conseguido. En la foto, arriba a la izquierda, en el borde de la mesa, Junior; más a la derecha, arriba y mirando con la cabeza vuelta, Román. En el bol de comida están subidos Walter (izquierda) y Paula (derecha); por fin, en el borde inferior de la mesa, Amélie.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Tomando confianza


(Román y Paula sobre las manos)

Tenemos que apurar cada día para que Paula y Román se habitúen a nuestra presencia, y a ser posible la busquen, así luego en su nuevo destino harán las delicias de los niños. Ya no son tan ariscos, y no se asustan casi nada cuando los cogemos, incluso aceptan quedarse un buen rato encima, acostándose. Comen perfectamente de nuestra mano, así que la cosa va bien.

En el mes que tienen de vida ya han empezado a mostrar su personalidad; Román (¿será realmente un macho?), el mayor, se muestra más tímido que Paula. Es quien más se asusta, y curiosamente se parece a su papá Walter (¿por ser macho? ¿por ser blanco?), tanto en ese timidez como por ejemplo en aceptar agua y beber con mucha más frecuencia que Paula. También es el menos activo, se queda amodorrado con facilidad, y prefiere a menudo estar tumbado que corretear o volar. Paula (¿será realmente una hembra?), es quien nos busca con más afán, come con mayor habilidad, y mantiene un nivel de actividad mayor.

La suerte es que los papás, Walter y Amélie, aceptan bastante bien la presencia de sus crías, y por ejemplo duermen las cuatro tórtolas en el balcón; en cambio Junior tiene que mantenerse siempre bien separado de sus padres, y también de sus hermanos, a los que picotea si nos descuidamos. Indudablemente las tórtolas son un ejemplo de buenas relaciones amorosas, pero en absoluto de buenas relaciones familiares.

martes, 7 de septiembre de 2010

Tórtolas adolescentes

(A la izquierda Román, a la derecha Paula. Cuatro semanas de vida)

Román y Paula están ya en plena adolescencia. No son adultos, pero a simple vista ya parecen tórtolas formadas, hechas y derechas. Sin embargo, algunas sutiles diferencias delatan su estado juvenil. En primer lugar, está el menor tamaño de ambas respecto de sus padres, aunque la diferencia cada vez es menor; en este momento, tras un mes de vida, son más o menos el 80% de un adulto.

Físicamente quizá la diferencia más apreciable es la longitud de los picos; resulta curioso, pero los picos de las tórtolas adolescentes son mayores que los picos de los adultos, tanto en longitud como en grosor. Ya comenté esto para el caso de Junior, y la explicación reside en que siendo pollitos se alimentan introduciendo el pico en el gaznate de sus progenitores, por lo que interesa que sean largos pero blandos, como realmente ocurre. En estos días asistimos por tanto a un proceso de retracción y endurecimiento de los picos; posiblemente esto también es necesario para que puedan usar su pico en la alimentación independiente, cogiendo con él granitos y semillas, ya que da la impresión de que con el pico infantil no pueden hacerlo, y en unos días pasan de apenas poder comer por sí mismos a hacerlo admirablemente bien. En la siguiente foto vemos a Amélie con Paula, y ahí podemos comparar sus picos.


(Amélie y Paula en el nido)

Es curiosa la actitud de Amélie y Walter respecto a sus nuevos hijos, en comparación a lo que ocurrió con Junior, pues aún consienten tenerlos a su lado, y aunque ya no los alimentan (a pesar de que ellos insisten en solicitarlo), los acarician con mimo. Sospecho que pronto dejará de ser así, de todos modos.

Otra diferencia notable es el color de las patas, pálido en el caso de los jóvenes y más oscuro en los adultos:

(A la izquierda, patas de Paula; a la derecha, de Amélie)

En estos días Román y Paula se están acostumbrando a nuestra presencia, nos relacionan con tener comidas y cosas buenas, y eso es bueno porque de lo que se trata es de que acepten la presencia humana con agrado, para así dejarse coger por los niños que vayan al Indiana Park de mi primo Julio, que será su hogar. ¿Me dará pena? Un poco sí, pero hoy mismo he quitado dos nuevos huevos a Amélie... Román y Paula son dos "huevos con suerte", y no podría tener tantas tórtolas en casa.

Como despedida, un vídeo de Román y Paula pidiendo comida a Amélie; ya no se la da, pero sirve de ilustración del modo en que los pollitos piden de comer, ¿no es tierno?


domingo, 29 de agosto de 2010

Román y Paula se presentan

(Román, a la izquierda, color blanco. Paula, a la derecha, color beige. Tres semanas de vida)

He dejado pasar una semana completa desde el último articulito, porque tampoco quería aburrir con una descripción de lo que pasa cada día,  ¿qué os parece el cambio? Los pollitos ya son tórtolas juveniles, a las que hemos decidido bautizar con los nombres de "Román" y "Paula"; seguimos apostando porque el blanco es macho y el ejemplar beige es hembra, realmente sin base alguna salvo la intuición. ¿De dónde han salido los nombres? Pues fácil: de los santos del día que nacieron.

Empiezan a desarrollar una personalidad, Paula parece más decidida, y Román más simple y desconfiado con nosotros... exactamente como Amélie y Walter; lo que no nos atrevemos a conjeturar es si pesa más el color o el sexo, es decir, ¿Paula parece ser de un carácter similar a Amélie porque también es hembra, o porque la variedad de plumas beige es así? Y lo mismo con Walter y Román.

Como ocurría con Junior a esta edad, siguen reclamando comida a los padres, quienes a veces los ceban, pero también son capaces de comer granitos de comida, aunque con poca habilidad; más les vale desarrollarla, porque a las tres semanas Amélie dejó de cebar a Junior definitivamente. Lo que pasa es que Walter es tan padrazo...

Por cierto, Junior no está muy contenta con la presencia de sus nuevos hermanos, como era de esperar se muestra celosa y si no lo impidiéramos, los picaría, aunque ellos frente a Junior se muestran pasivos o bien suplican comida con su típico piar lastimero y movimiento rítmico de alitas plegadas.

La foto inferior muestra a las tortolitas nuevas con sus padres, así podéis comparar tamaños. Román es inmaculadamente blanco, como Junior o Walter, pero Paula no coincide exactamente con la coloración de Amélie, es menos naranja y más rosa-gris; además, parece que no tendrá collar blanco, ni puntas blancas de plumas.

Por último, y dicho con toda seriedad, si alguien se compromete a cuidar amorosamente a una tórtola, y quiere que yo se la críe las primeras semanas, que se ponga en contacto conmigo...


(De izquierda a derecha: Román, Amélie, Paula y Walter)

domingo, 22 de agosto de 2010

Dos pollitos, dos semanas


(Pollitos de trece y catorce días)

Felizmente los pollitos han sobrevivido sin novedad al fin de semana, y parece que superarán la frontera de las dos semanas sin apuros especiales; su peso, 86 y 80 gramos respectivamente, posiblemente se estabilizará, e incluso, si ocurre lo mismo que con Junior, bajará algo, pues los padres irán distanciando las cebas. Más allá de eso, y aunque sigan teniendo cierta fealdad adolescente, el naciente plumaje les da un encanto maravilloso. Por primera vez los hemos cogido en las manos, y aunque al principio se han asustado un poco (el blanco casi vuela), pronto han aceptado con naturalidad nuestro manoseo.

Tener un pollito en las manos es un privilegio, ojalá muchos escolares disfruten de él.

viernes, 20 de agosto de 2010

Ante el fin de semana


(Pollito con once días. ¿No es el vivo retrato de su madre?)

Han pasado un par de días, los pollitos permanecen despiertos en el nido, y cada vez más atentos al mundo exterior; también aletean, se acicalan, y se preparan, en fin, para lo que será su vida adulta. Con sus 85 y 80 gramos de peso, parece que devoran a sus padres cada vez que estos los alimentan; muy pronto también se atreverán a salir del nido por sus propios medios, lo que me da miedo es que esto ocurra justamente cuando no estamos con ellos, aunque me consuelo pensando que así ocurrió con Junior... y ahí lo tenemos tan campante.

miércoles, 18 de agosto de 2010

A toda máquina

(El pollito de la izquierda tiene diez días, el de la derecha, nueve)


Con toda la fuerza que les da mamá Naturaleza, ya tenemos a nuestros pollitos casi a medio camino entre el huevo y la fase adulta, al menos en lo que se refiere al peso: 83 y 72 gramos son la mitad del peso de los adultos. El pequeño, oscuro, parece que crece más lentamente, aunque parece perfectamente sano, ¿se tratará de una hembra, y el blanco en cambio será macho? Si así ocurriera, resultarán muy similares a sus propios padres, Walter y Amélie.

Como hago siempre, las fotos van en muy buena resolución, aconsejo apreciarlas con el aumento máximo. Los restos que se observan casi siempre en las fotos, sobre todo cerca del pico, son residuos de comida, no de heces; y pocos son, teniendo en cuenta que introducen completamente los picos en el gaznate de sus señores padres...

Nos acercamos al fin de semana, cuando rebasarán la línea de las dos semanas y su supervivencia resultará más asegurada; lástima que esos días no estemos en casa... pero no adelantemos acontecimientos. 

martes, 17 de agosto de 2010

Llegan las primeras plumas

(La tortolita de la izquierda tiene ocho días, la de la derecha, nueve)


Ya no es necesario imaginarse ni suponer nada: los pollitos nos están mostrando sus plumas, que van floreciendo a toda velocidad. Su peso ahora es de 62 y 75 gramos, con lo cual el pequeño parece que se estanca un poco. De todas maneras, como parece que su buche no está vacío, y el peso fluctúa a lo largo del día, no encendemos aún las sirenas de alarma; además, parece despierto y vivo, como su hermano blanquito.

Además de cuidar la alimentación de sus padres (que los pobres están hambrientos todo el día), también estamos siendo especialmente cariñosos con Junior, hermano al fin y al cabo de los recién nacidos, que parece un poco triste y taciturno. O son figuraciones nuestras.

Incorporo una foto del mismo dorso de ayer, son 24 horas, pues, las que separan esta foto de la de la entrada anterior, resulta curioso comparar qué cosas han cambiado en tan poco tiempo.

 

Crecimiento rápido

(El pollito de la izquierda tiene siete días; el de la derecha, ocho)


El crecimiento de los pollitos podemos calificarlo, sin pecar de hiperbólicos, como de espectacular. De hora en hora (literalmente), se observan cambios ostensibles. El aumento de peso sigue siendo muy notable (65 y 70 gramos), mientras que los padres quedan cada vez más exhaustos alimentándolos; y han perdido peso, Amélie ahora alcanza nada más los 150 gramos, es decir, poco más que los dos pollitos juntos. Y le queda aún una semana de alimentarlos... bueno, a ella y a Walter, como puede verse en esta foto:


(Walter alimentando a los pollitos)

Da un poco de escalofrío verlo, ¿no parece un poco que se lo están comiendo? En fin, dejemos actuar a la naturaleza. Ah, hoy hemos incorporado a la dieta de los padres unos granitos muy finos que les gustan bastante, porque nos da la impresión de que pasan hambre con la pasta de cría; esperemos no tener que lamentarlo.

Al llegar y pasar la semana de vida, muchos son los cambios en los pollitos, que tienen ya los ojos abiertos con claridad, y se empiezan a interesar por lo que les rodea. Los pelitos que les salieron al poco de nacer, y luego fueron organizándose, ahora están "floreciendo", en lo que por ahora es solo un vago plumón, y pronto serán plumas. La foto siguiente muestra el dorso del pollito mayor, de ocho días, que con toda seguridad será blanco, recomiendo ampliarla y observarla con atención: es una maravilla.

(Plumaje incipiente en un pollito de ocho días)

domingo, 15 de agosto de 2010

Regreso del fin de semana

 (El pollito de abajo tiene seis días, el de arriba siete. Hemos limpiado el nido, desde ahora lo haremos a diario)

Con la pequeña incertidumbre por ver cómo se las han apañado dos días las tórtolas solas en casa, regresamos del fin de semana comprobando que todo está bien. Las crías ahora pesan 54 y 60 gramos cada una, y tienen seis y siete días de edad respectivamente. Ya se empiezan a observar atisbos de plumas, sobre todo en las puntas de las alas. El nido se ha ensuciado bastante, porque están comiendo muchísimo, en ese sentido sus padres las están criando de maravilla. La foto superior es de hoy domingo, debajo queda el vídeo que fue grabado en realidad el viernes, donde se aprecia cómo se alimentan. Es un poco "fuerte" la escena, parece que se están comiendo viva a su madre (y no, claro); la cosa irá siendo cada vez más peliaguda, ya que el crecimiento es rapidísimo y las diferencias de tamaño entre padres e hijos se van recortando; claro que por lo menos son dos esta vez los que alimentan... durante el periodo de "lactancia" las bocas de los papás presentan un aspecto raro, porque las plumas cercanas se descolocan, hay como calvas, y además a veces les quedan restos de comida. Nada de eso es grave ni dejará secuelas permanentes.

viernes, 13 de agosto de 2010

La nueva convivencia

 (De izquierda a derecha: Junior, Amélie, y Walter)

Las tórtolas, como los seres humanos, redefinen su carácter y sus relaciones con el tiempo; esto es muestra de su complejidad, es decir, su carácter es más complicado que, por ejemplo, el de un hámster. Las tres tórtolas vivieron un episodio de tres semanas de convivencia estrecha sin supervisión, cuando quedaron en la granja-escuela hace ya más de un mes, y ahora se ha producido la llegada de las dos crías a la casa. Quien más ha variado con todo esto es Walter, quien, por lo pronto, está dando de comer a sus crías (noticia excelente, porque dar de comer es algo muy cansado, y así no será solo Amélie quien se encargue), y además parece buscar nuestra compañía mucho más que antes; su carácter, más asustadizo y arisco desde el principio, se ha dulcificado mucho, y ahora acude a nuestra mano cuando lo llamamos, algo impensable hace unos meses.

En la foto vemos cómo las tres tórtolas pueden compartir un espacio muy estrecho, y aunque a veces optan por picotearse o darse aletazos para espantarse, en general su convivencia ha mejorado muchísimo.

jueves, 12 de agosto de 2010

Jueves: cuatro días

(El pollito de arriba tiene cuatro días, el de abajo, tres)


Voy dejando constancia del paso del tiempo, que en estas edades tan tempranas se nota de día en día, ¿o no?. Por primera vez los hemos pesado, tienen 42 y 32 gramos respectivamente; evidentemente, el clarito, con un día más de vida, es el de mayor peso.

Por primera vez hoy ha habido algunos minutos en que los pollitos se han quedado solos en el nido, ya que Amélie está rompiendo sus turnos para darse algún paseo, en lo que parece un proceso normal. Si os fijáis en la foto, bajo la cabeza está el buche, una bolsa ahora casi transparente donde se deposita la comida; se adivina el color amarillo del alimento, ya que los dos pollitos tienen el buche lleno.

En el momento en que nacieron los pollitos hemos cambiado el régimen alimenticio de sus padres, a los que ofrecemos como única opción alimenticia pasta de cría, que se vende por cajas en tiendas de animales; esta pasta es un preparado muy pulverizado que contiene huevo, proteínas, miel... pero que a mi entender es importante sobre todo porque impide que los pollitos se atraganten con trozos grandes, como ocurrió con el hermanito de Junior la vez anterior. Esta pasta decría tiene un color amarillo muy llamativo, que es el que se trasluce en los buches.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Han pasado tres días

(El pollito de la parte superior tiene dos días; el de la inferior, tres días)


 Esta puede ser la "foto oficial" de presentación de los nuevos pollitos. La diferencia de tamaño nos indica claramente quién nació antes. Por primera vez veo un pollito oscuro, ya que tanto Junior como su hermanito que vivió solo una semana presentaban el aspecto sonrosado que vemos en la parte de abajo. En los tres días de vida que tiene el pollito mayor, ya ha tenido tiempo para empezar a estructurar los nacientes cañones; en cambio, su hermano oscuro presenta un pelaje muy diferente, desorganizado pero aparentemente más frondoso.

Aún es pronto para ello, hasta las dos semanas no empiezan a tener una cierta autonomía, y más aún, la primera semana posiblemente es crítica para su supervivencia. Pero habrá que empezar a pensar en nombres, ¿alguna sugerencia?

lunes, 9 de agosto de 2010

Nuevas tórtolas en casa (2)

(Las dos crías recién nacidas)

Ayer domingo, al llegar de Toledo, había ya un pollito en el nido. La cascarita estaba en el suelo del salón, así que Amélie o Walter se había tomado la molestia de sacarla del nido. Hoy lunes, día nueve, ha salido el segundo pollito, así que tenemos de nuevo crías, cosa que no ocurría desde el nacimiento de Junior, hace ya bastantes meses. Esa pasada experiencia esperamos que nos ayude ahora, para evitar errores. Por ejemplo, desde el viernes hemos cambiado el régimen alimenticio de los padres (no el de Junior), permitiéndoles únicamente consumir pasta de cría. Este alimento, que se vende en pajarerías, es un polvito amarillo trufado de semillas minúsculas, que cumple una doble función: por un lado tiene unas características nutricionales óptimas, y por otro evita que los pollitos se atraganten; precisamente el hermanito de Junior murió a la semana por asfixia, atragantado con la miga de pan que su mamá le dio.

Será también muy intersante ver cómo se comporta Walter. Cuando nació Junior no lo reconoció como hijo, desentendiéndose del empolle de los huevos y luego de la crianza de los pollitos, más aún, importunando a Amélie para que le hiciera caso a él y no a sus hijitos. Esto lo achacamos a que pasó un tiempo cortísimo desde la llegada de Walter hasta el nacimiento de Junior, con lo que su instinto paternal no tuvo tiempo para desarrollarse. Esta vez las cosas son distintas, y no solamente ha empollado los huevos, sino que continúa el régimen de turnos con Amélie sobre los pollitos; aún no hemos comprobado si también los alimenta, sería algo muy curioso. (La alimentación de los pollitos se efectúa de pico a pico, regurgitando la madre parte del alimento ingerido, en forma de una especie de papilla).

Nuevas tórtolas en casa (1)

Amélie y Walter preparando el nido para sus hijitos

En la granja escuela de mi primo Julio, donde pasaron unos días este verano Walter, Amélie y Junior, hay ya un par de tórtolas domésticas, de coloración parecida a la de Amélie. Cuando Julio vio el trato que tengo con mis tórtolas, que se dejan acariciar, van a la mano, etc., me dijo que eso sería ideal para los niños, porque sus tórtolas no tienen esa accesibilidad. Especialmente Junior es absolutamente dócil, y no intenta escaparse si le haces una caricia, lo cual se explica porque desde que era pollito, antes de tener sus plumas, ya andábamos con él en la mano, así que para él el contacto humano es sinónimo de seguridad.

El caso es que, para corresponder al favor de haberse quedado con las tórtolas tres semanas, le prometí criar un par de ellas, tenerlas en casa el tiempo suficiente para que se acostumbraran al contacto humano, y luego dárselas. Hace un par de semanas, en la última puesta, le permitimos a Amélie quedarse con sus huevos sin sustituirlos por otros no fecundados.

Lo primero que tengo llama la atención es que el comportamiento de Walter y Amélie ha sido un poco diferente en esta ocasión; coincide en que se turnan rigurosamente en el empolle de los huevos (Amélie pasa la noche sobre ellos, sobre las doce de la mañana Walter la releva, y más o menos a las cinco de la tarde vuelven a cambiar, así que, en realidad, Amélie empolla diecinueve horas y Walter solo cinco); pero, lo que ha cambiado, es su empeño por acomodar el nido, incorporando hojas de las plantas que andan por casa, papelitos, y un sinfín de objetos que tenemos que supervisar, porque a veces son peligrosos (trozos de alambre, tornillos...), o importantes (billetes de metro en vigor). De algún modo ellos saben que los pollitos se acercan, tal vez por que vibren, o por la temperatura, pero no cabe duda de que este empolle ha sido distinto de los anteriores, que no eran viables.

viernes, 30 de julio de 2010

Rejillas para la libertad


La ventana de la alcoba, con rejilla

Qué calor hace en Madrid este verano. En invierno las ventanas están habitualmente cerradas, como es natural, y tal y como expliqué en una entrada anterior, en el balcón pusimos un cerramiento de rejilla de plástico, que en invierno además forramos con plástico, pero ahora, claro, está al aire. Pero, ¿y el resto de la casa? Al llegar el calor lo que apetece muchas veces es tener las ventanas abiertas, cosa que solo podíamos antes hacer por la noche, y esto incuso con restricciones, ya que si las dejábamos abiertas hasta el amanecer, cualquiera podría salirse.

El asunto de dejar en libertad a las tórtolas ya lo tenemos resuelto: sabemos que no son capaces de vivir fuera del entorno doméstico, es más, que aquí son totalmente felices, pero eso no impide que den un vuelo y luego no sepan volver, o regresen al balcón de la vecina con sus gatos... De hecho, hace unas semanas Walter se encontró la ventana del baño abierto, y, bobo de él, se atrevió a dar un vuelo... en realidad fue prácticamente una caída controlada, porque de las tres tórtolas él es precisamente el que peor vuela. Lo recogimos del suelo, un tanto aturdido, pero todo quedó ahí.

Había que solucionar esto, y lo hemos hecho colocando en todas las ventanas de la casa una rejilla igual que la del balcón. En la foto se ve la de la alcoba; va sujeta con tres clavitos por arriba, el resto está suelto, y por abajo queda pillada entre el marco y las jardineras, así podemos regar con facilidad. Ahora cuando hay aire fresco lo disfrutamos, y hemos recuperado la libertad de tener las ventanas abiertas, sin preocuparnos de dónde está cada una. Un acierto, y si a alguien le sirve, una recomendación.