domingo, 27 de junio de 2010

En el Indiana Camp

De izquierda a derecha: Amélie, Walter, y Junior
 
Finalmente, hoy han quedado instalados en la Granja-Escula de mi primo Julio las tres tórtolas que protagonizan este blog: Amélie, Walter y Junior, por orden de aparición. Estarán en un jaulón grande, comunicado incluso con otro, en el que en principio no deberían tener problemas de ningún tipo, ya que por supuesto disponen de comida y agua, y las otras aves que allí están son compatibles con ellas: tórtolas diamante y otros pájaros menores, como jilgueros, o bien gallinas, faisanes y aves que no vuelan. En la foto, Amélie y Walter, siempre con muestras constantes de cariño mutuo, y detrás Junior. Parece que estar en un nuevo entorno ha frenado el sentimiento territorial de Walter, que no ha atacado a su hija y ha tolerado incluso su proximidad, lo que es un pequeño consuelo, ya que a menudo Junior ha intentado sin éxito buscar la compañía de sus padres.

Me ha desazonado un poco ver que no han bebido, en el poco tiempo que yo he estado presente, a pesar de que por fuerza debían de tener sed, ojalá se adapten a los bebederos y comederos que hay instalados.

Esta es, no cabe duda, una pruba de fuego para las tórtolas, y para mí. Si por lo que sea no pueden sobrevivir, significaría en la práctica que hay un impedimento fortísimo para que yo pueda tener tórtolas en casa, porque querría decir que no puedo ausentarme más que poquísimos días de ella, y no puede ser que así deba ocurrir para el resto de mi vida. Me daría muchísima pena, eso sí, si alguna de ellas fallece en estas dos semanas, no digamos si mueren todas.

Sé que es una perspectiva muy pesimista, que además no resulta lógica; lo natural es que el entorno que tienen ahora, objetivamente mejor que el de mi casa, les resulte al menos suficiente para sobrevivir. Solo carecerán de una cosa: seguimiento y cuidado personalizado prácticamente constante.

Pero, por duro que sea el resultado, me parece importante que quede constancia de lo que ocurra en este blog, y por tanto me comprometo a describiros a la vuelta qué ha pasado con mis tres tesoritos. Crucemos los dedos... las quiero tanto... finalizo con unas fotos de las instalaciones donde han quedado.



sábado, 26 de junio de 2010

Nos vamos de vacaciones: hay que aparcar las tórtolas

Durante un año no nos hemos separado de nuestras tórtolas apenas nunca. El verano pasado, cuando solo teníamos a Amélie, pasamos una semana en Denia, y mientras ella se quedó solita encerrada en casa, con comida y agua, y aunque todo salió bien, el come-come de si resistiría esos siete días sin ningún contacto humano nos royó la conciencia una barbaridad.

Pero ahora la cosa es distinta, nos vamos a Francia el lunes 28 hasta el próximo martes 13 de julio, y resulta imposible, o al menos muy arriesgado, repetir la jugada de dejarlas en el piso, más teniendo en cuenta que Junior no puede vivir con tranquilidad en presencia de Walter y Amélie, porque su propio padre la acosa cruelmente. Ya pensando en eso compramos un jaulón que permitiría contener un par de tórtolas unos días, en la previsión de que tuviéramos que repartirlas entre amigos y parientes; pero, finalmente, la solución ha sido otra: dejar nuestros queridos animalitos en la Granja-escuela de mi primo Julio, que está aquí al lado, en Cobisa (localidad próxima a Toledo). Este es el enlace de la granja-escuela:

http://www.indianacamp.net/

La semana pasada fuimos a visitar las instalaciones, mañana mismo se quedarán allí, hasta que las recojamos a la vuelta del viaje. Confieso que, cual madre novata, se me queda el corazón en un puño, ¿sobrevivirán estas dos semanas? Sé que no debería preocuparme, pero no puedo evitarlo. Mañana pondré fotos de cómo se quedan allí, de momento dejo este otro, donde Walter y Amélie nos demuestran lo que quiere decir "ser dos tortolitos".

Un año de tórtolas



Por estas fechas Amélie se coló en mi vida por una ventana. Muchos piensan que me falta un tornillo por haberla acogido en mi vida, pero lo volvería a hacer sin dudar. Ahora ella no me hace tanto caso, se pasa el tiempo en tierno idilio con Walter, y no se lo reprocho, después de todo para eso compré a Walter, y gracias a eso vino Junior al mundo.

Como pasa tantas veces, no es tanto lo que yo le he dado a ellas como lo que ellas me han dado a mí. Las tórtolas viven las cosas con una naturalidad y una inocencia contagiosas, se preocupan del ahora, son sensibles pero no sensibleras, listas pero no maliciosas.

Ha sido un año de felicidad mutua.