lunes, 27 de septiembre de 2010

Lo que se guarda en un nido

(Walter en su nido, con diversos objetos curiosos)

Desde hace unos días, y tras la emancipación de sus dos últimos retoños, Amélie entró en celo, y más tarde puso dos huevos... se ve que no pierde el tiempo. Durante el fin de semana pasado fue la puesta del segundo, y aunque se los quitaremos, de momento sigue con ellos. Como es habitual, ambos progenitores se turnan en el empolle de los mismos; lo gracioso ha sido cuando, este domingo al llegar a casa, hemos visto los "papeles" que han llevado al nido para hacerlo mullido (práctica que solo realizan poco antes de poner los huevos): un billete de cinco euros, y un boleto antiguo de lotería primitiva, ¡parecía que habían jugado ellos a la lotería y les había tocado algo! La culpa, claro, es nuestra por dejar a su alcance ambas cosas... por suerte el dinero no estaba manchado y lo recuperamos sin novedad.

sábado, 18 de septiembre de 2010

En el Indiana camp

(Romana y Paulo acomodadas en el Indianacamp)

Hace unos minutos hemos dejado a Romana y Paulo en su nueva ubicación, dentro del Indiana camp. Se trata de un espacioso jaulón, donde ellas serán las únicas aves voladoras, por lo que espero que se sientan perfectamente bien. Pero no estarán completamente solas, porque unas simpáticas codornices saltan por el suelo. Tienen un par de comederos, y bebedero.





(Una de las codornices que acompañarán a las tortolitas)





Las pobres se han asustado un poco con la algarabía de las aves, y también porque sus vecinos a ambos lados son nada menos que dos rapaces, una de las cuales se ha tirado contra la reja que hace de frontera entre los dos jaulones... qué susto se han llevado. Mi primo Julio dice que no me preocupe, que en cuanto se acostumbren no les harán caso, y eso espero.

He vuelto a recorrer las instalaciones del Indianacamp, y he admirado docenas de especies de aves maravillosas.

(En orden: Faisán, Colipavas indias, Tórtola del Perú, Tórtola Diamante)

Aunque lógicamente veré poco a mis maravillosas tortolitas, tampoco es un adiós para siempre, espero visitarlas de vez en cuando y poner aquí sus noticias. Además, mi primo cuenta con otra pareja de tórtolas domésticas (posiblemente ambos machos, porque nunca han puesto huevos), que cuando pasen unas semanas acompañarán a Romana y Paulo en su jaulón, con la intención de que en el futuro tengan descendencia (suponiendo que Romana sea, como parece, una hembra).

Adiós, tortolitas


(Romana dormida sobre el pecho de uno de nosotros)

Y mañana, en unas horas, llegará la separación. Es el momento de que Romana y Paulo cambien de residencia y vivan en el Indiana camp, la granja-escuela cercana a Toledo que regenta mi primo Julio. Para eso nacieron, sin ese fin no habrían nacido, ya que cinco tórtolas es un número demasiado alto como para tener en un piso pequeño de Madrid.

Me da pena, claro. Esta última semana, especialmente, se han hecho querer; Paulo, el más activo, nos busca directamente, volando a nuestras cabezas por gusto o si Walter lo persigue. Romana, más tranquila, nos acompaña en la siesta, tumbados encima de nosotros cuando dormimos en el sofá. Hoy han viajado a Toledo, escala intermedia, sin quejarse por la estrechez de la jaula, y luego, dóciles, se han quedado dormidas en un rincón tranquilo. Ahora serán los niños quienes pondrán sus manitas para ellas se posen, y reciban una caricia o una golosina.

Ojalá sean felices allí, porque las queremos mucho.

Paula es Paulo; Román es Romana (o "Romy")

(A la izquierda, Paulo; a la derecha, Romana)

Tenemos que rectificar el nombre de las tórtolas. La razón es que ahora, cuando tienen ya cinco semanas de edad, creemos que la asignación de sexos que hicimos está equivocada, ahora pensamos que la tórtola blanca es una hembra, y la de color un macho, por lo que sus nombres serán, respectivamente, "Romana" (o "Romy" para los amigos), y "Paulo". Estas son nuestras razones:
  • Paulo nació un día después, era la cría pequeña. Sin embargo ahora es claramente mayor que Romana.
  • Paulo intenta cortejar a Romana, a pesar de que todavía no canta, solo pía. Pero hace los típicos movimientos de cabeza arriba y abajo, hinchando el pecho.
  • Romana se muestra retraída, sin señal de cambios hormonales, coherente con el hecho de que la maduración sexual de las hembras es a los seis meses.
Ya hace tiempo notamos que la tórtola oscura volaba mucho mejor que la blanca, y era mucho más activa, pero no sacamos ninguna conclusión; ahora pensamos que la "raza" blanca es peor voladora que la "raza" oscura, independientemente del sexo.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Foto de familia


(Nuestras cinco tórtolas reunidas)

No es fácil ya poner todas las tórtolas en un mismo plano fotográfico, pero por un segundo lo he conseguido. En la foto, arriba a la izquierda, en el borde de la mesa, Junior; más a la derecha, arriba y mirando con la cabeza vuelta, Román. En el bol de comida están subidos Walter (izquierda) y Paula (derecha); por fin, en el borde inferior de la mesa, Amélie.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Tomando confianza


(Román y Paula sobre las manos)

Tenemos que apurar cada día para que Paula y Román se habitúen a nuestra presencia, y a ser posible la busquen, así luego en su nuevo destino harán las delicias de los niños. Ya no son tan ariscos, y no se asustan casi nada cuando los cogemos, incluso aceptan quedarse un buen rato encima, acostándose. Comen perfectamente de nuestra mano, así que la cosa va bien.

En el mes que tienen de vida ya han empezado a mostrar su personalidad; Román (¿será realmente un macho?), el mayor, se muestra más tímido que Paula. Es quien más se asusta, y curiosamente se parece a su papá Walter (¿por ser macho? ¿por ser blanco?), tanto en ese timidez como por ejemplo en aceptar agua y beber con mucha más frecuencia que Paula. También es el menos activo, se queda amodorrado con facilidad, y prefiere a menudo estar tumbado que corretear o volar. Paula (¿será realmente una hembra?), es quien nos busca con más afán, come con mayor habilidad, y mantiene un nivel de actividad mayor.

La suerte es que los papás, Walter y Amélie, aceptan bastante bien la presencia de sus crías, y por ejemplo duermen las cuatro tórtolas en el balcón; en cambio Junior tiene que mantenerse siempre bien separado de sus padres, y también de sus hermanos, a los que picotea si nos descuidamos. Indudablemente las tórtolas son un ejemplo de buenas relaciones amorosas, pero en absoluto de buenas relaciones familiares.

martes, 7 de septiembre de 2010

Tórtolas adolescentes

(A la izquierda Román, a la derecha Paula. Cuatro semanas de vida)

Román y Paula están ya en plena adolescencia. No son adultos, pero a simple vista ya parecen tórtolas formadas, hechas y derechas. Sin embargo, algunas sutiles diferencias delatan su estado juvenil. En primer lugar, está el menor tamaño de ambas respecto de sus padres, aunque la diferencia cada vez es menor; en este momento, tras un mes de vida, son más o menos el 80% de un adulto.

Físicamente quizá la diferencia más apreciable es la longitud de los picos; resulta curioso, pero los picos de las tórtolas adolescentes son mayores que los picos de los adultos, tanto en longitud como en grosor. Ya comenté esto para el caso de Junior, y la explicación reside en que siendo pollitos se alimentan introduciendo el pico en el gaznate de sus progenitores, por lo que interesa que sean largos pero blandos, como realmente ocurre. En estos días asistimos por tanto a un proceso de retracción y endurecimiento de los picos; posiblemente esto también es necesario para que puedan usar su pico en la alimentación independiente, cogiendo con él granitos y semillas, ya que da la impresión de que con el pico infantil no pueden hacerlo, y en unos días pasan de apenas poder comer por sí mismos a hacerlo admirablemente bien. En la siguiente foto vemos a Amélie con Paula, y ahí podemos comparar sus picos.


(Amélie y Paula en el nido)

Es curiosa la actitud de Amélie y Walter respecto a sus nuevos hijos, en comparación a lo que ocurrió con Junior, pues aún consienten tenerlos a su lado, y aunque ya no los alimentan (a pesar de que ellos insisten en solicitarlo), los acarician con mimo. Sospecho que pronto dejará de ser así, de todos modos.

Otra diferencia notable es el color de las patas, pálido en el caso de los jóvenes y más oscuro en los adultos:

(A la izquierda, patas de Paula; a la derecha, de Amélie)

En estos días Román y Paula se están acostumbrando a nuestra presencia, nos relacionan con tener comidas y cosas buenas, y eso es bueno porque de lo que se trata es de que acepten la presencia humana con agrado, para así dejarse coger por los niños que vayan al Indiana Park de mi primo Julio, que será su hogar. ¿Me dará pena? Un poco sí, pero hoy mismo he quitado dos nuevos huevos a Amélie... Román y Paula son dos "huevos con suerte", y no podría tener tantas tórtolas en casa.

Como despedida, un vídeo de Román y Paula pidiendo comida a Amélie; ya no se la da, pero sirve de ilustración del modo en que los pollitos piden de comer, ¿no es tierno?