martes, 9 de noviembre de 2010

Un huevo fecundado

(Un huevo de cinco días visto al trasluz de una lamparita halógena.)

Últimamente el ciclo se repite: Junior pone un par de huevos más o menos a la vez que su mamá, Amélie; la diferencia está en que los de Junior no están fecundados y los otros sí, así que la estrategia consiste en quitárselos a Junior (quien rápidamente se olvida de ellos y comienza a convivir amorosamente con nosotros), y con esos huevos infértiles le damos un cambiazo a Amélie; así la pareja Walter/Amélie sigue incubando unos huevos, y su comportamiento es más tranquilo. Hoy precisamente hemos hecho uno de esos cambios, y antes de tirar los huevos fecundados a la basura se me ha ocurrido mirarlos al trasluz. Aunque solo habían pasado cinco o seis días desde la puesta del primero, ya era evidente su estado fecundo, pues se nota el embrión y sus sistema de venas que lo mantienen vivo. En la foto se aprecia perfectamente lo que describo. El otro huevo aún no mostraba el sistema de venas, porque lo puso un par de días después, pero supongo que también está fecundado. Ambos sorprenden porque están llenos de líquido (la clara), que no parece en absoluto un gel o algo denso, sino que se mueve como si fuera agua, y casi da la impresión de que el embrión "nada" por sí mismo, confieso que me ha dado un poquito de impresión tirar luego los huevos. Pero no podemos tener tantas tórtolas... tres ya son un triunfo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La maravilla del plumón

Plumón de Amélie - Vista general

Ya he comentado a veces la maravilla que suponen las plumas. Hoy he llevado al escáner una pequeña porción del plumón de Amélie, que se ha arrancado en uno de los procesos rutinarios del acicalado diario que todas las tortolitas practican con asiduidad. Lo primero que llama la atención es que este plumón, que cubre pecho y abdomen, constituye un tipo de plumas distinto por completo de las largas de las alas y la cola. Estas plumas son pequeñas, con forma avellanada, y una estructura bastante diferente; a continuación expongo algunos detalles ampliados de esta misma imagen; de todos modos, pulsando sobre cada foto se obtienen vistas aún más ampliadas, que tal vez os guste investigar.

Plumón - Detalle del tallo central

Las plumas del plumón van construidas a partir de un eje que va inserto en la piel por uno de sus extremos, como todas las plumas. Este eje o tallo central, llamado raquis, es el punto de partida de las barbas laterales. En el plumón la naturaleza de estas barbas va cambiando según la zona de la pluma; así, la parte interna, en contacto con la piel, tiene unas fibras muy finas y tupidas, que no siguen una estructura geométrica, como podemos ver en la foto siguiente; estas fibras son, el verdadero plumón.

 Plumón - Detalle de las barbas internas

A medida que vamos recorriendo la pluma hacia la punta exterior, vemos que el plumón cambia su distribución anárquica por otra más elegante y ordenada, sobre barbas que a su vez se ramifican, en una estructura claramente fractal respecto de la pluma completa:

Plumón - Detalle de las barbas intermedias en disposición fractal


A medida que vamos llegando a la punta encontramos barbas más rígidas y grandes, mientras que el plumón propiamente dicho pierde presencia.


Plumón - Detalle de barbas cercanas a la punta de la pluma

Finalmente, en la punta de la pluma solo hay barbas rígidas:

Plumón - Detalle de las barbas de la punta
A la vista de esta estructura se comprende que el plumón es un aislante de primera categoría para las tórtolas, a las que protege del frío y seguramente también del agua. Las tórtolas pasan mucho tiempo acicalándose, no solo para tener sus plumas peinadas, sino para impregnarlas con una grasa que sudan por una glándula especial, así que hay que imaginarse todas estas fibras ligeramente engrasadas, y por tanto impermeables.

Mis tortolitas no tienen que preocuparse por el frío o el agua, ya que están siempre a cubierto y calentitas, pero en las pocas ocasiones en que han estado expuestas a bajas temperaturas (digamos 10 grados), no me ha parecido nunca que estuviesen incómodas, ni mucho menos ateridas. Y es que saben mover sus plumas (algo parecido a cuando a nosotros se nos eriza el vello, pero mucho más controlado), de modo que ahuecan las que tienen plumón, y en ese momento parecen muy gorditas; sospecho que forman un colchón de aire caliente que las aísla del exterior de un modo muy eficiente.

¿No son las tórtolas maravillosas?