sábado, 26 de junio de 2010

Nos vamos de vacaciones: hay que aparcar las tórtolas

Durante un año no nos hemos separado de nuestras tórtolas apenas nunca. El verano pasado, cuando solo teníamos a Amélie, pasamos una semana en Denia, y mientras ella se quedó solita encerrada en casa, con comida y agua, y aunque todo salió bien, el come-come de si resistiría esos siete días sin ningún contacto humano nos royó la conciencia una barbaridad.

Pero ahora la cosa es distinta, nos vamos a Francia el lunes 28 hasta el próximo martes 13 de julio, y resulta imposible, o al menos muy arriesgado, repetir la jugada de dejarlas en el piso, más teniendo en cuenta que Junior no puede vivir con tranquilidad en presencia de Walter y Amélie, porque su propio padre la acosa cruelmente. Ya pensando en eso compramos un jaulón que permitiría contener un par de tórtolas unos días, en la previsión de que tuviéramos que repartirlas entre amigos y parientes; pero, finalmente, la solución ha sido otra: dejar nuestros queridos animalitos en la Granja-escuela de mi primo Julio, que está aquí al lado, en Cobisa (localidad próxima a Toledo). Este es el enlace de la granja-escuela:

http://www.indianacamp.net/

La semana pasada fuimos a visitar las instalaciones, mañana mismo se quedarán allí, hasta que las recojamos a la vuelta del viaje. Confieso que, cual madre novata, se me queda el corazón en un puño, ¿sobrevivirán estas dos semanas? Sé que no debería preocuparme, pero no puedo evitarlo. Mañana pondré fotos de cómo se quedan allí, de momento dejo este otro, donde Walter y Amélie nos demuestran lo que quiere decir "ser dos tortolitos".

Un año de tórtolas



Por estas fechas Amélie se coló en mi vida por una ventana. Muchos piensan que me falta un tornillo por haberla acogido en mi vida, pero lo volvería a hacer sin dudar. Ahora ella no me hace tanto caso, se pasa el tiempo en tierno idilio con Walter, y no se lo reprocho, después de todo para eso compré a Walter, y gracias a eso vino Junior al mundo.

Como pasa tantas veces, no es tanto lo que yo le he dado a ellas como lo que ellas me han dado a mí. Las tórtolas viven las cosas con una naturalidad y una inocencia contagiosas, se preocupan del ahora, son sensibles pero no sensibleras, listas pero no maliciosas.

Ha sido un año de felicidad mutua.