lunes, 9 de agosto de 2010

Nuevas tórtolas en casa (2)

(Las dos crías recién nacidas)

Ayer domingo, al llegar de Toledo, había ya un pollito en el nido. La cascarita estaba en el suelo del salón, así que Amélie o Walter se había tomado la molestia de sacarla del nido. Hoy lunes, día nueve, ha salido el segundo pollito, así que tenemos de nuevo crías, cosa que no ocurría desde el nacimiento de Junior, hace ya bastantes meses. Esa pasada experiencia esperamos que nos ayude ahora, para evitar errores. Por ejemplo, desde el viernes hemos cambiado el régimen alimenticio de los padres (no el de Junior), permitiéndoles únicamente consumir pasta de cría. Este alimento, que se vende en pajarerías, es un polvito amarillo trufado de semillas minúsculas, que cumple una doble función: por un lado tiene unas características nutricionales óptimas, y por otro evita que los pollitos se atraganten; precisamente el hermanito de Junior murió a la semana por asfixia, atragantado con la miga de pan que su mamá le dio.

Será también muy intersante ver cómo se comporta Walter. Cuando nació Junior no lo reconoció como hijo, desentendiéndose del empolle de los huevos y luego de la crianza de los pollitos, más aún, importunando a Amélie para que le hiciera caso a él y no a sus hijitos. Esto lo achacamos a que pasó un tiempo cortísimo desde la llegada de Walter hasta el nacimiento de Junior, con lo que su instinto paternal no tuvo tiempo para desarrollarse. Esta vez las cosas son distintas, y no solamente ha empollado los huevos, sino que continúa el régimen de turnos con Amélie sobre los pollitos; aún no hemos comprobado si también los alimenta, sería algo muy curioso. (La alimentación de los pollitos se efectúa de pico a pico, regurgitando la madre parte del alimento ingerido, en forma de una especie de papilla).

Nuevas tórtolas en casa (1)

Amélie y Walter preparando el nido para sus hijitos

En la granja escuela de mi primo Julio, donde pasaron unos días este verano Walter, Amélie y Junior, hay ya un par de tórtolas domésticas, de coloración parecida a la de Amélie. Cuando Julio vio el trato que tengo con mis tórtolas, que se dejan acariciar, van a la mano, etc., me dijo que eso sería ideal para los niños, porque sus tórtolas no tienen esa accesibilidad. Especialmente Junior es absolutamente dócil, y no intenta escaparse si le haces una caricia, lo cual se explica porque desde que era pollito, antes de tener sus plumas, ya andábamos con él en la mano, así que para él el contacto humano es sinónimo de seguridad.

El caso es que, para corresponder al favor de haberse quedado con las tórtolas tres semanas, le prometí criar un par de ellas, tenerlas en casa el tiempo suficiente para que se acostumbraran al contacto humano, y luego dárselas. Hace un par de semanas, en la última puesta, le permitimos a Amélie quedarse con sus huevos sin sustituirlos por otros no fecundados.

Lo primero que tengo llama la atención es que el comportamiento de Walter y Amélie ha sido un poco diferente en esta ocasión; coincide en que se turnan rigurosamente en el empolle de los huevos (Amélie pasa la noche sobre ellos, sobre las doce de la mañana Walter la releva, y más o menos a las cinco de la tarde vuelven a cambiar, así que, en realidad, Amélie empolla diecinueve horas y Walter solo cinco); pero, lo que ha cambiado, es su empeño por acomodar el nido, incorporando hojas de las plantas que andan por casa, papelitos, y un sinfín de objetos que tenemos que supervisar, porque a veces son peligrosos (trozos de alambre, tornillos...), o importantes (billetes de metro en vigor). De algún modo ellos saben que los pollitos se acercan, tal vez por que vibren, o por la temperatura, pero no cabe duda de que este empolle ha sido distinto de los anteriores, que no eran viables.