sábado, 18 de septiembre de 2010

En el Indiana camp

(Romana y Paulo acomodadas en el Indianacamp)

Hace unos minutos hemos dejado a Romana y Paulo en su nueva ubicación, dentro del Indiana camp. Se trata de un espacioso jaulón, donde ellas serán las únicas aves voladoras, por lo que espero que se sientan perfectamente bien. Pero no estarán completamente solas, porque unas simpáticas codornices saltan por el suelo. Tienen un par de comederos, y bebedero.





(Una de las codornices que acompañarán a las tortolitas)





Las pobres se han asustado un poco con la algarabía de las aves, y también porque sus vecinos a ambos lados son nada menos que dos rapaces, una de las cuales se ha tirado contra la reja que hace de frontera entre los dos jaulones... qué susto se han llevado. Mi primo Julio dice que no me preocupe, que en cuanto se acostumbren no les harán caso, y eso espero.

He vuelto a recorrer las instalaciones del Indianacamp, y he admirado docenas de especies de aves maravillosas.

(En orden: Faisán, Colipavas indias, Tórtola del Perú, Tórtola Diamante)

Aunque lógicamente veré poco a mis maravillosas tortolitas, tampoco es un adiós para siempre, espero visitarlas de vez en cuando y poner aquí sus noticias. Además, mi primo cuenta con otra pareja de tórtolas domésticas (posiblemente ambos machos, porque nunca han puesto huevos), que cuando pasen unas semanas acompañarán a Romana y Paulo en su jaulón, con la intención de que en el futuro tengan descendencia (suponiendo que Romana sea, como parece, una hembra).

Adiós, tortolitas


(Romana dormida sobre el pecho de uno de nosotros)

Y mañana, en unas horas, llegará la separación. Es el momento de que Romana y Paulo cambien de residencia y vivan en el Indiana camp, la granja-escuela cercana a Toledo que regenta mi primo Julio. Para eso nacieron, sin ese fin no habrían nacido, ya que cinco tórtolas es un número demasiado alto como para tener en un piso pequeño de Madrid.

Me da pena, claro. Esta última semana, especialmente, se han hecho querer; Paulo, el más activo, nos busca directamente, volando a nuestras cabezas por gusto o si Walter lo persigue. Romana, más tranquila, nos acompaña en la siesta, tumbados encima de nosotros cuando dormimos en el sofá. Hoy han viajado a Toledo, escala intermedia, sin quejarse por la estrechez de la jaula, y luego, dóciles, se han quedado dormidas en un rincón tranquilo. Ahora serán los niños quienes pondrán sus manitas para ellas se posen, y reciban una caricia o una golosina.

Ojalá sean felices allí, porque las queremos mucho.

Paula es Paulo; Román es Romana (o "Romy")

(A la izquierda, Paulo; a la derecha, Romana)

Tenemos que rectificar el nombre de las tórtolas. La razón es que ahora, cuando tienen ya cinco semanas de edad, creemos que la asignación de sexos que hicimos está equivocada, ahora pensamos que la tórtola blanca es una hembra, y la de color un macho, por lo que sus nombres serán, respectivamente, "Romana" (o "Romy" para los amigos), y "Paulo". Estas son nuestras razones:
  • Paulo nació un día después, era la cría pequeña. Sin embargo ahora es claramente mayor que Romana.
  • Paulo intenta cortejar a Romana, a pesar de que todavía no canta, solo pía. Pero hace los típicos movimientos de cabeza arriba y abajo, hinchando el pecho.
  • Romana se muestra retraída, sin señal de cambios hormonales, coherente con el hecho de que la maduración sexual de las hembras es a los seis meses.
Ya hace tiempo notamos que la tórtola oscura volaba mucho mejor que la blanca, y era mucho más activa, pero no sacamos ninguna conclusión; ahora pensamos que la "raza" blanca es peor voladora que la "raza" oscura, independientemente del sexo.