miércoles, 27 de julio de 2011

Un baño en la piscina

(Amélie y Walter dándose un bañito en el balcón)

Este verano no está siendo, por ahora, demasiado cálido. Salvo una semana tórrida en Junio, no hemos padecido días demasiado rigurosos. De las tres tórtolas que viven en casa, dos de ellas (Walter y Amélie) tienen su nido en el balcón, y cuando tienen huevos siempre una de las dos los está empollando, mientras que la otra opta por refugiarse prudentemente en el interior del piso. A las dos les gusta darse un baño de vez en cuando, para lo que siempre tienen dispuesto un cuenco de cristal con agua limpia. Da gusto ver cómo se dan un chapuzón, supongo que para los animales que viven en libertad esto supone, además de un momento de frescor, un método para deshacerse de parásitos; por suerte mis tres tortolitas están libres de ellos (que yo sepa), ya que su aislamiento y el spray insecticida con que las rocío dificultan mucho su adquisición.

Ojalá Junior también se bañara de vez en cuando, me cuesta horrores que lo haga, por lo que la mayor parte de sus duchas son obligadas: la sujeto mientras con la manguera de ducha someto su plumaje a un chorro purificador de vez en cuando, así, por la fuerza.

Mientras tanto, ver bañarse a una tórtola en su particular piscina, y luego secarse pacientemente, me sigue pareciendo un espectáculo tierno y divertido.

miércoles, 6 de julio de 2011

Ahora comprendo que soy padre

(Junior acaba de bajar de su nido y se dispone a comer)

Creo que ya he comentado en alguna ocasión que tanto a Amélie como a Junior, las dos hembras, les permito empollar los huevos más o menos una semana, y luego se los quito o los sustituyo por otros infértiles (en el caso de Junior no hace falta normalmente ya que no suelen estar fecundados... solo si me descuido y su papá Walter se aprovecha la cosa cambia). En estas últimas semanas en realidad me limito a quitarles los huevos a la semana.

Por otra parte, mientras están empollando huevos la pareja Walter-Amélie sigue un sistema de turnos bastante estricto: A primera hora de la mañana Walter releva a Amélie y se queda él empollando; al caer la tarde Amélie hace el relevo y se queda en el nido hasta el día siguiente. Eso les permite comer, beber y estirarse, pero ¿qué pasa con Junior? Ella, claro, no tiene a nadie con quien relevarse, así que cuando considera que debe hacerlo, baja unos minutos del nido, come, bebe, hace sus necesidades, se estira un poco, y finalmente regesa a su inútil pero tranquila tarea de empollar.

Mientras las tórtolas están en el nido me acerco a veces para darles de comer o beber, cosa que normalmente agradecen. Si son Walter o Amélie, comen hasta que no quieren más, y luego me ignoran, pero Junior se comporta de un modo muy distinto, ¿qué hace? Al acercarme con comida come un poquito, ¡y se baja del nido! He tardado en darme cuenta de que interpreta mi presencia como un relevo, es decir, como si yo fuera el papá que va a relevarla. Claro está que luego ve que no hago nada de eso, pero su instinto de darme el relevo funciona. Esto está muy bien, porque a veces ha pasado hasta 24 horas en el nido (y yo decía: bueno, ya bajará cuando quiera), en cambio subiéndome hasta su nido y ofreciéndole comida consigo automáticamente que baje a comer y beber y se dé una vueltecita.

Y es que, según Junior, el papá de los huevos... soy yo.