viernes, 18 de noviembre de 2011

Caprichos de tórtolas

(Junior con una semilla de pimiento en el pico)

Ya se sabe que las tórtolas comen, sobre todo, semillas y alimentos similares. En la práctica, les doy varios tipos de pienso para pájaros. La comida es algo muy importante para ellas, ya que al ser animales pequeños, tienen un metabolismo alto que los obliga a alimentarse con mucha frecuencia. Pero mis tortolitas no son unos animales cualquiera que se conforman con lo primero que se pueden llevar al pico, ¡qué va!: son unas sibaritas. Haciendo balance, Amélie es la que tiene unos gustos y hábitos más amplios, y en su dieta figuran frutas, verduras, dulces, semillas...; Walter en cambio admite muchos menos alimentos, y Junior es un caso intermedio.

Por lo pronto, la comida habitual, la preparada para pájaros, les gusta solo si es fresca, a los pocos días ya no le hacen caso. Claro que si no hubiera otra cosa seguro que se la comían, pero como yo les doy todos los caprichos, se pueden permitir el lujo de desdeñar la que está vieja, ¿cómo harán para distinguirla? Pero el hecho es que es así. 

Su personalidad es distinta en todo, y también referida a la comida; la más lista es, como siempre, Amélie, que en cuanto escucha el sonido de la caja de pienso, o nos ve abriendo algo sospechoso (aunque resulte ser una caja de galletas), vuela disparada como una flecha a la mano ejecutora. Por eso los viernes, cuando las dejo solitas en casa, porque me suelo ir fuera el fin de semana, y los cuencos de comida están limpios y con comida recién puesta, Amélie se da un atracón.

Pero bueno, hasta aquí todo es más o menos normal. De lo que quería hablar es de los alimentos "no estándar" con los que también suelo obsequiar a mis amigas. Este sería un pequeño resumen:

Miga de pan: Se supone que no es un alimento ideal, porque carece de fibra, y todo eso; pero les encanta a las tres. Hacemos bolitas del tamaño de guisantes, y se las vamos dando de una en una, siempre con el pan recién traido de la panadería, muchas veces incluso caliente. Quien más come es Walter, y después Amélie; Junior se ve mucho menos atraída por este manjar.

Azúcar: Es inevitable, por tomar café o por otros motivos, que a veces quede algo de azúcar en algún sitio accesible; pues lo mismo que niños ante golosinas, las tórtolas van consumiendo granito a granito ¡parece magia! Y es que les encanta. A la que más, a Amélie. El azúcar es energía en estado puro, pero procuro que no tomen demasiada, porque ignoro si demasiada glucosa les puede afectar.

Semillas de pimiento: Por casualidad descubrimos que las semillas de pimientos rojos o verdes les apasionan, las tres las devoran con igual voracidad, sobre todo las dos hembras. Normalmente se las damos en la mano, aunque a veces dejamos el trozo de pimiento con sus semillas para que las picoteen.

Trocitos de galleta: Si desmenuzamos galletas en fragmentos suficientemente pequeños, las comen con ganas. Seguramente la mezcla de azúcar y cereales les resulta muy sabrosa.

Zanahoria: En trozos muy pequeños le encanta a Amélie, y a veces Junior come alguno; Walter no. La comen cruda, y mejor si está cocida.

Fruta (melón, piña, naranja...): Igual que con la zanahoria.

Arroz y guisantes: En crudo apenas si les interesa. Cocidos sí, especialmente el arroz lo devoran, (Walter un poco menos, pero no le hace ascos).

Estos son los casos más interesantes, aunque a veces picotean algo de sal, o semillas de melón, etc., pero son excepciones. Ver comer a estas amigas me proporciona un indudable placer, creo que cualquiera, niño o mayor, disfruta cuando una tórtola recoge alimento de su propia mano, sentir ese roce con el pico es algo muy especial que todo el mundo debería conocer. Qué suerte tengo al experimentarlo tan a menudo.


lunes, 7 de noviembre de 2011

Esto no es una tórtola

 (No, no es Walter, ni tampoco Junior; es una bonita paloma blanca murciana)

Este fin de semana hemos estado haciendo turismo en Murcia. A la puerta del ayuntamiento un grupo de palomas esperaban pacientemente que no hubiera nadie para bajar a picotear el arroz que, a puñados, se tira a la salida de las bodas. Entre las palomas, gordas y con sus plumas grises y tornasoladas me pareció ver ¡tórtolas blancas! Pero no, fijándome bien caí en la cuenta que eran también palomas, y es que en mi infancia recuerdo ver en mi Toledo natal palomas de varios plumajes, entre ellos los de las palomas blancas, aunque hace muchos años que parecieron uniformarse de un gris muy vulgar: en Toledo todas las palomas son grises. Pero en Murcia no, y para muestra este bonito ejemplar de la foto. Es, creo yo, una hembra.

Si queremos jugar al juego de los errores, y buscar diferencias con las tórtolas, estos son los que considero más notables:
1) El tamaño. Si pusiéramos al lado una tórtola y una paloma, esta última seguramente resultaría el doble de corpulenta.
2) Sobre el pico la paloma tiene una especie de "moco", ausente en las tórtolas. Además, el pico de las palomas es, en proporción, más cónico, corto y recto.
3) Rasgos más robustos: las palomas apenas tienen cuello, las patas son más gruesas, y su forma general es más pesada.
4) Las palomas carecen del característico collar delgadito que todas las tórtolas tienen, incluso las blancas (aunque en estas resulta poco visible).

Todo esto es a simple vista; además, estoy seguro que las palomas son más inquietas que las tórtolas domésticas, por eso de pequeño siempre pensaba, cuando un mago dejaba sobre una percha a una "paloma" blanca, recién usada en un truco, y esta reposaba con tranquilidad, ¿por qué no se va? Y es que una paloma difícilmente soportaría estoicamente en un escenario. Pero claro, es que no son palomas: son tórtolas.

En todo caso, ¡qué bonitas son las palomas de Murcia!