miércoles, 22 de agosto de 2012

Las palomas de Benidorm

Casi todas son blancas, ¡qué bonitas!
Aprovechando un fin de semana largo en Benidorm, he descubierto que las palomas de esta ciudad de veraneo, ¡son blancas! Es algo que también vi en Murcia (hay un artículo en este blog). Me pregunto por qué de esta coincidencia. En mi infancia, en Toledo, me gustaba perseguir a las palomas en el paseo de La Vega (por suerte, siempre sin éxito); en aquel entonces el palomar donde vivían albergaba todo tipo de palomas: blancas, manchadas, grises, y las mezclas correspondientes; incluso creo recordar algunas jaspeadas de café con leche. Pero con el tiempo, solo quedan en Toledo palomas grises, y lo mismo pasa en Madrid. Ya sé que el color blanco suele ser recesivo, pero si durante tanto tiempo se han mantenido palomas blancas a la vista ¿qué las hizo desaparecer? ¿Y por qué en Murcia y Benidorm son gran mayoría las blancas? Mientras algún científico me saca de la duda, queda el recuerdo de estas bellezas. Cuando en Benidorm las miraba, me acordaba de las tres tórtolas que, solitas, se quedaron en casa. Ya, ya sé que les dejo agua y comida, pero también sé que están mejor cuando las acompañamos: no les falta ese traguito de agua de cuando nos acostamos, que sorben tan golosas; o las bolitas de miga de pan, las pepitas de sandía... esas golosinas a las que están tan acostumbradas. Incluso las miguitas de las galletas, o unos granitos de sal o de azúcar les alegran la vida... ¿mimo demasiado a mis tórtolas? Yo creo que no: ellas me tienen loquito y consentido.

martes, 7 de agosto de 2012

Las joyas de la Castafiore

Amélie en su nido
Soy aficionado a las historietas de Tintín, el héroe creado por el dibujante belga Hergé. Una de las aventuras más celebradas de este simpático joven se llama "Las joyas de la Castafiore"; el argumento es el siguiente: en una casa desaparece una esmeralda, propiedad de una famosa cantante de ópera. Muchos son los sospechosos: el pianista acompañante, el mayordomo, unos gitanos que acamparon cerca, etc. Pero el misterio se resuelve gracias a una ópera: "La gazza ladra", de Rossini, pues la traducción es "La urraca ladrona"; y efectivamente, uno de estos pájaros es quien roba la esmeralda, que finalmente es recuperada. Y hoy Amélie ha mezclado esto con otra afición que tengo: los clicks, también llamados "Playmobil". No tengo muchos por casa, pero uno de ellos es una recreación del Durero que se exhibe en El Prado, y lo tengo puesto de adorno. Como resulta que Amélie está en una de esas fases en que llena el nido de papelitos... pues resulta que ha encontrado que el caballete de Durero, de plástico pero simulando madera, resulta útil en el nido. Me hace tanta gracia que, de momento, se lo he dejado.