martes, 30 de octubre de 2012

Os presento a Moisés

El plumaje de Moisés

El plumaje de Moisés
En los pocos días que han pasado desde el viernes, cuando estuvo a punto de morir por accidente, nuestra cría ha avanzado a pasos de gigante. Ya pesa 120 gramos, es decir, prácticamente el peso normal de una tórtola. Además, ¡ya vuela! Es capaz de subir de un vuelo desde el suelo hasta su nido, o la tele, o cruzar volando el balcón. Sigue pidiendo comida a sus padres, aunque su madre hace ya un par de días que no le hace caso (de hecho, está preparando el nido para una nueva puesta), pero también es capaz de comer por su cuenta, algo necesario porque Walter pronto dejará de alimentarlo también (este Walter es un padrazo).

Sus plumas, aún incompletas, ya revelan el color final: una mezcla exquisita de color rosado y blanco Además, parece que no va a tener collar (algo absolutamente inaudito, pues hasta las tórtolas blancas tienen un collar ligeramente gris pero perfectamente visible). Creo sinceramente que es la tórtola más bonita que he visto nunca.

Su pico, aún muy largo, le da ese aire adolescente de los ejemplares inmaduros. Pinchad en las fotos para que se abran a tamaño completo: vale la pena mirar esas plumitas en formación.

Ah, lo de llamar Moisés a la cría (y no Luis, como estaba previsto), imagino que avináis por qué es: ya se sabe, Moisés quiere decir "salvado de las aguas". Ya veremos qué pasa,

viernes, 26 de octubre de 2012

Un susto de muerte

Secándose tras el accidente


En el nido, ya recuperada
Esta mañana ha ocurrido un grave accidente con la cría. Los viernes nos levantamos un poco más tarde, y hoy no le hemos echado el vistazo matinal, a eso de las 8, por una vez nos hemos retrasado hasta las 10. Y a las diez, miro ¡y el nido está vacío! Bueno, eso en principio no es tan malo, seguro que ha saltado al suelo y está en algún rincón... en pocos segundos hemos visto lo que pasaba: ha tratado de saltar al nido que está enfrente, a unos tres metros, algo totalmente imposible para la cría, que no vuela, pues apenas si tiene la mitad de las plumas. En cambio, ha caído a los pies del nido de enfrente donde tenemos... ¡la bañera! Ahí, con las alas extendidas y completamente rígida, estaba. ¿Cuánto llevaría? ¿Una hora, dos?... La hemos sacado, y la primera impresión es que estaba muerta, pobrecita. Las plumas se le habían pegado por completo al cuerpo, y su postura rígida hacía pensar en un pájaro al que le ha pasado por encima un coche, tan plano y tieso estaba.
Boqueaba, pobrecita, cada pocos segundos, marcando un ritmo agónico. "Está agonizando", dijo mi compañero. Pobrecita, pobrecita. Con una toalla suave hemos secado su cuerpecito, y la hemos puesto junto a una estufa de infrarrojos. El agua debía estar a unos 15 grados, y las tórtolas están a unos 40 grados, así el choque térmico ha sido descomunal.
Durante cinco minutos ni se ha movido, aunque parecía que respiraba un poco más rápido. Luego, se ha puesto a temblar, lo que es una buena señal porque significa que estaba recuperando la vitalidad. Tras al menos un cuarto de hora ha empezado a dar señales de movimiento en las patas, nosotros hemos procurado que, sin quemarse, estuviera siempre caliente por todos lados.
Amélie y Walter se acercaban a veces, sin dar síntomas de alarma ni saber qué hacer, yo creo que ni reconocían a su cría.
Luego, poco a poco, se ha ido recuperando, y hasta aleteaba cuando algún progenitor se acercaba, aunque no se podía erguir y ni siquiera piaba.
Y, como un milagro, se ha recuperado del todo; puesta de nuevo en el nido, sus padres la han alimentado varias veces, y ahora parece tan vivaz y sana como siempre.
Yo digo que me la quiero quedar en casa, Félix dice que estoy loco. No sé, el caso es que estoy muy contento, y cuando esta tarde nos vayamos de fin de semana dejaremos todo lo más libre de peligros que podamos, porque lo más probable es que vuelva a salirse del nido. Ay, qué angustia voy a pasar hasta el domingo por la tarde...

domingo, 21 de octubre de 2012

Una nueva tórtola ha nacido



Por un descuido no cambiamos los huevos de Walter y Amélie. Cada vez que los ponen se los sustituimos por otros previamente enfriados en el frigorífico, pero esta vez se nos pasó. Así que el jueves pasado, la víspera del puente del Pilar, me acordé de pronto. Fui al nido y pensé: "bueno, todavía no se han abierto, he llegado a tiempo". Los cogí con cuidado y... ¡se movían, temblaban! Los pollitos parecían a punto de salir, incluso estaban resquebrajándose. En esas condiciones fui totalmente incapaz de tirarlos, así que los devolví al nido, y poco después salió el primer pollito. ¡Una monada minúscula, del tamaño de la uña de mi pulgar!
Nos fuimos de puente, confiando que a la vuelta tendríamos dos pollitos, pero no fue así; el segundo huevo no se abrió, y cuando ya comprendí que no lo haría me atreví a romperlo un poquito, comprobando con pena que un pollito totalmente formado, y que incluso había roto con el piquito el cascarón no tuvo fuerzas para salir; me pregunto si mi manipulación de los huevos tuvo la culpa, pero aunque me da pena comprendo que mejor es criar un pollito extra que dos.
Han pasado ocho días, y el nuevo pollito, (al que llamamos Luis provisionalmente, aunque evidentemente desconocemos su sexo), aumenta de peso y tamaño a diario. Hoy la báscula marcó 74 gr., es decir, la mitad de lo que pesa Amélie, ¡una barbaridad, porque no abulta ni la cuarta parte de ella! Eso significa que su densidad es mucho mayor.
La verdad es que tanto Walter como Amélie lo cuidan con esmero, y tiene siempre el buche bien lleno. El muy picarón ya abre los ojos y mira con curiosidad, no nos tiene miedo y se deja manipular.
En cuanto a su plumaje, pensamos que iba a ser blanco, como Walter, pero la oscuridad de su piel augura otra cosa; no obstante parece que parte de sus plumas serán blancas, por lo que seguramente se parecerá más a su madre que a su padre, ya veremos.
En casa no podremos tenerlo (ya Junior intenta picar al pobre pollito), así que supongo que irá a la granja escuela de mi primo... a no ser que... ¿alguien se anima a adoptar este precioso pollito?

jueves, 11 de octubre de 2012

La siesta con Junior

Junior a punto de tumbarse para dormir la siesta conmigo.
Una de las cosas que más me gusta es, cuando puedo, echarme la siesta; placer que comparto con Junior. Cuando una tórtola duerme, imagino que al igual que la mayoría de los pájaros, su sueño es una duermevela ligera, siempre vigilante ante el menor ruido o movimiento: es natural. Pues bien, cuando Junior (y solo ella) duerme encima de uno de nosotros, pasa a un estado de sopor intenso; es como si pensara "puedo dormir a pata suelta, porque estoy encima de este, y si pasa lo que sea es él quien tiene que estar atento, no yo". Se hace una bolita, respira pausada y rítmicamente, y se durme por completo el tiempo que dure la siesta, por supuesto sin hacer "pipí" ni "popó". Todavía me emociona sentir que un ser de otra especie confíe tanto en mí.

Nuestra amiga Cloti

Cloti es una tórtola turca

Hace unos días recibí en este blog algunos comentarios de una nueva visitante, y por lo tanto amiga: Niebla. Resulta que recogió un pollito de tórtola turca, y contra lo que podía pensar ha conseguido sacarla adelante. Como todas las tórtolas turcas, luce un bonito collar negro, y colores marrones, rosados y caramelo; aún sus plumas corresponden a un ejemplar en crecimiento, ¡pero se nota que es una tórtola preciosa! Tal vez se quede a vivir con Niebla, o finalmente vuele con sus compañeras, pero de lo que no cabe duda es de que es una tórtola preciosísima que seguro sabrá darle a Niebla señales inequívocas de su cariño. Mucha suerte a las dos.