jueves, 22 de noviembre de 2012

Al sol del otoño

Moisés en el balcón
En el balcón donde duermen Amélie y Walter, y ahora también Moisés, tenemos un pequeño arbolito de hoja perenne, que las tórtolas picotean con gusto. A Moisés, además, le gusta tumbarse en su base, dentro del tiesto que lo contiene. Hoy ha amanecido un día soleado, y con él en mi brazo, he estado disfrutando del sol de otoño, tras darse un baño de agua caliente en el mismo recipiente donde casi se ahoga hace ahora un mes, (y es que de todas las tórtolas, es Moisés la que más gusta del agua).

A la luz del sol resaltan en toda su belleza los delicados tonos de las plumas, que parecen diseñadas en la paleta de algún pintor caprichoso, tal vez impresionista. Son pocos los días que nos quedan para disfrutar de su compañía, y lo que podemos decir es ¡gracias Moisés! Tu compañía nos ha hecho más felices.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El plumaje de Moisés

Moisés en el borde de un tiesto tomando el sol.


Moisés ya casi tiene el plumaje de adulto. En la foto, que recomiendo ampliéis para ver cada zona con detalle, se aprecia una coloración muy fuera de lo normal en lo que se refiere a tórtolas domésticas, casi parece de mármol rosa, con esos sutiles veteados blancos. La foto también permite apreciar cómo el pico de arriba termina en una especie de diente que les es muy útil a la hora de tomar el alimento.

Impresionante.

martes, 13 de noviembre de 2012

La extraña familia

Amélie, Walter y Moisés.

Moisés ya es, prácticamente, una tórtola adulta, de la que por cierto desconocemos el sexo. En las anteriores crianzas de Amélie y Walter, a estas alturas ya se había producido el rechazo de la cría o crías, quienes no solamente se tenían que alimentar por sí mismas, sino que también se veían forzadas a buscar su propio espacio, siendo atacadas a picotazos si persistían en pedir comida a sus padres, por ejemplo. Sin embargo, el caso de Moisés es diferente. No sé muy bien si se trata de un alargamiento de su status de cría, ya que aún pía y suplica comida a su padre (que a veces hasta se la da), o más bien es una integración en toda regla en lo que ahora sería una familia de tres miembros. Por ejemplo, por la noche las tres tórtolas duermen en el mismo nido, en total armonía. Desde luego con Amélie no hay ni el más mínimo roce, es más, ella permite que Moisés se tumbe a su lado mientras incuba los huevos; y en cuanto a su padre, aunque a veces es evidente que trata de picotearlo, finalmente cede a las protestas y convierte los picotazos en caricias.

En la foto vemos, de izquierda a derecha a Amélie, Walter (en el instante mismo de emprender el vuelo, obsérvese que una pata ya está en el aire), y Moisés. Se aprecia perfectamente que Moisés no tiene collar, y la coloración de sus plumas es más delicada que la de Amélie.

Me encantaría terminar quedándome con Moisés en casa, aunque es muy poco probable. Parece de peluche, es simpatiquísimo, lo adoro.