domingo, 30 de diciembre de 2012

Navidades con Moisés

Moisés en la Granja Escuela
Aprovechando estos días de fiesta, he ido a la Granja Escuela "Indiana Camp" con mi sobrinita Ana. Esa era la excusa, pero para mí se trataba, sobre todo, de ver cómo se las estaba apañando Moisés: después de todo tiene poco más de dos meses de edad. Con gran alegría he visto que se encuentra en perfecto estado, y parecía feliz con Paula... aunque tengo mis dudas de si realmente se trata de una pareja macho/hembra; no obstante, eso es secundario, pues ya sabemos que las tórtolas no solo pueden emparejarse sin complejos con individuos de su mismo sexo, sino que lo hacen con seres humanos (como Junior en este momento).

Aunque al principio dudó un poco en dejarse atrapar, y me rehuía levemente, pronto se volvió a posar en mi mano con la tranquilidad que era habitual; solo lamenté haber olvidado pan, ya que la miga les encanta, y lo cierto es que Moisés me pidió, a su manera, que se la diera. ¡Será la próxima vez! Me he marchado tranquilo y contento. ¡Que guapo está!

viernes, 21 de diciembre de 2012

UN DESCUIDO QUE PUDO SER FATAL

Walter y Amélie tomando el sol al día siguiente

Los fines de semana nuestras tres tórtolas se quedan solas en casa; son poco más de dos días. Tenemos que fijarnos bien en cómo quedan ubicadas, porque Junior no se lleva bien con sus padres; o más bien digamos que Walter, su padre, acosa a su hija. También Amélie le es hostil, y es que las tórtolas ¡son tan territoriales! Tienen dividida la casa en zonas de influencia, de modo que cada habitación o bien es del matrimonio Walter/Amélie, o bien es de Junior, o bien es neutral. Bueno, el caso es que los viernes, antes de irnos, comprobamos que todo está en su sitio, hay comida y agua de sobra al alcance de nuestras amigas, etc. Luego, al regresar el domigo por la tarde, lo primero es comprobar que han pasado bien el fin de semana, y la verdad es que hasta ahora no habíamos tenido ningún incidente.

Pero el fin de semana pasado, por un error garrafal de cálculo, dejamos a Walter y Amélie encerradas en la habitación del ordenador, en lugar de en su terraza, que comunica con el salón. Por tanto, se pasaron unas cincuenta horas en una habitación en la que no había ni una gota de comida ni bebida. Hay que tener en cuenta que las aves tienen un metabolismo muy alto, es decir, precisan comer y beber mucho más a menudo que los animales más grandes; y para nosotros pasar dos días encerrados sin comer ni beber ya sería una prueba dura.

Sorprendentemente, Walter y Amélie estaban en perfecto estado, comieron y bebieron pero no con desesperación, sencillamente con buen apetito. Habían pasado dos días sin comer ni beber, ¿cómo lo consiguieron? Creo que la respuesta es doble; por una parte, tienen reservas alimenticias de sobra ya que comen todo lo que se les antoja, y por tanto, están sanamente gorditas; y por otro lado, tenían el buche bien lleno, pues cuando nos marchamos y les ponemos comida nueva lo primero que hacen es darse un gran atracón, cosa que hicieron el viernes. En realidad, más que comer lo que hacen es guardar en su buche la comida, que no está siendo digerida, sino que acumulan para cuando deciden comer de verdad. Así que se tomaron las cosas con calma, seguramente se movieron muy poco, y así pudieron pasar dos días sin alimentarse de un modo bastante bueno. Y en cuanto a beber, apenas si toman un par de sorbos cada día. Eso sí, sobre todo Amélie estuvo un par de días como aletargada, y nosotros lo achacamos a su reciente encierro.

Descubrir nuestro error fue muy alarmante y desagradable, pero ahora conocemos un poquito más a nuestras amigas; esperemos no volver a meter la pata de este modo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Moisés y su compañera en el Indiana Camp

 
Finalmente llegó el día, y ayer domingo llevamos a Moisés, con todo el dolor de nuestro corazón, a la granja escuela de mi prima: el Indiana Camp. Desde la última visita se han producido algunas mejoras en las instalaciones, pero más o menos todo sigue igual. Como pensamos que Moisés es macho, elegimos una tórtola hembra y los dejamos juntitos en un recinto donde ellos dos serán las únicas tórtolas domésticas, lo que sin duda hará que formen sociedad. En la foto podemos ver a Moisés, a la izquierda, junto a la tortolita que esperamos sea su pareja.
 
 
Mi primo se sorprendió que la tórtola que él tenía se posaba con toda mansedumbre en mi mano, y se dejaba acariciar, pero ese es un reflejo propio de la especie, son mansitas aunque nunca hayan vivido con seres humanos.
 
En todo momento las dos tórtolas parecían tímidas pero también relajadas, el encuentro fue natural, y creo que las pocas semanas de edad de Moisés beneficiarán la adaptación al nuevo entorno. Como se adivina, vivirán en un recinto bastante amplio, compartido con otras especies más pequeñas de aves. En realidad Moisés es un ave inmadura, que no ha desarrollado comportamiento sexual, y ni tan siquiera sabe "reírse" cuando cambia de lugar; por eso mismo, tampoco ha demostrado una especial ternura o apego por nosotros, mientras que hasta el último momento trató de buscar la compañía de sus padres, quienes al final lo picaban sin piedad para alejarlo. Así que, desde el punto de vista de Moísés, no hay ruptura de afectos (salvo el de los padres, que es inevitable)... cosa que nosotros no podemos decir. Hoy, ya en Madrid, pensamos cada poco tiempo en qué tal estará, si pasará frío, si comerá, si estará bien... sabemos que hicimos lo correcto, y que, después de todo, si no hubiese sido por un descuido al retirar los huevos Moisés ni habría nacido, mientras que ahora puede muy bien llevar adelante una vida larga y feliz, pero... así de complicados somos los seres humanos.
 
Por otro lado la granja escuela es una monada, hay monones de aves preciosas, conejos, mapaches... dejo unas cuantas imágenes de ayer mismo; y tal vez lo que deba hacer es visitar más el Indiana Camp para no perder el contacto...