miércoles, 31 de julio de 2013

Parejas y sexo en las tórtolas

Moisés y Paulo, dos tórtolas macho que forman pareja

Como sabéis, por razones de salud tuve que dejar mis tórtolas en el Indiana Park, una granja escuela donde viven felices. Allí se encontraron con un par de tórtolas, Moisés y Paulo. Por tanto, se ha formado una pequeña colonia de cinco tórtolas, dos hembras (Amélie y Junior), y tres machos (Walter, Moisés y Paulo). Salvo Amélie y Walter, que no tienen nada que ver entre sí, el resto están emparentadas, ya que Moisés. Paulo y Junior son hijos de Walter y Amélie.

La única pareja que yo conocía era la de Walter y Amélie, bien consolidada. Junior no tenía pareja, y por otra parte Moisés y Paulo son dos machos... yo pensé que, con el tiempo, alguno de ellos se convertiría en pareja de Junior, o tal vez los dos. Y me equivoqué.

Tras unas semanas de convivencia, lo que ha ocurrido es esto:

 * Walter y Amélie siguen siendo pareja, suelen estar juntos y se acicalan amorosamente; no obstante Walter, como buen macho, trata de copular con todo lo que se le pone a tiro, incluyendo las perdices blancas con las que comparte espacio.

* Junior no tiene pareja, pero se deja querer por Walter, su padre, con quien copula regularmente. De hecho, en mi casa también ocurrió alguna vez, en cuanto me descuidaba ahí estaba Walter... la diferencia es que ahora Walter acaricia y acicala a Junior, quien sería algo así como su "segunda esposa".

* Moisés y Paulo forman pareja y no se interesan por las hembras. Esta es, quizá, la relación mas sorprendente. Moisés, que se ha convertido en una tórtola grande y preciosa (si leéis el porqué de su nombre comprenderéis que es muy fuerte), es bastante sociable porque nació en mi casa, se deja coger y acariciar... pero siempre regresa al lado de Paulo. A su vez Paulo, mucho más tímido, no se deja coger con facilidad. Paulo estuvo solo mucho tiempo, hasta que llegó Moisés, y ambos han formado una pareja cerrada y fiel, indiferente a las hembras. Incluso comparten un nido para dormir.

Por tanto, si bien la convivencia de los dos machos fue forzada durante unos meses, ahora que tienen dos hembras susceptibles de conquista vemos que siguen prefiriendo su relación homosexual, algo interesante como comportamiento. Y parecen muy felices :-)

martes, 9 de julio de 2013

Reencuentro con tres dulces amigas

Con Walter, Amélie y Junior

Moisés

Paulo

Walter y Amélie

Walter y Junior

Por fin el pasado 29 de junio fui al Indiana Camp y me reencontré con mis queridísimas tórtolas, a las que hacía ya dos meses que no veía, desde mi hospitalización forzosa. En este tiempo mis pulmones se han recuperado casi por completo, aunque sigo en tratamiento con corticoides.

El encuentro fue muy emocionante, hubo lágrimas, y pasé una hora en compañía de estas amigas a las que tanto, tanto, echo de menos a diario. Su reacción en cambio fue muy serena; me reconocieron sin duda, pero en este tiempo se han adaptado a su nueva situación, están bien, y posiblemente su vida ahora es más natural que con nosotros en el piso. Comparten un amplio jaulón, en realidad una habitación grande, con otras aves más, como gallos y perdices blancas, pero no hay competencia entre ellas.

Son cinco las tórtolas que viven juntas, nuestras queridísimas Amélie, Walter y Junior, y además Moisés y Paulo, dos machos también hijos de Amélie y Walter, y por tanto hermanos de Junior, aunque de camadas distintas. Paulo era el más tímido, y no se dejaba coger, mientras que Moisés lucía un plumaje espléndido y un tamaño envidiable, sin duda la tórtola mayor de esta pequeña familia.

Aunque solo estuve una hora con ellas, pude darme cuenta de cómo han evolucionado las relaciones entre las tórtolas en este tiempo, y resulta lo suficientemente curioso como para hacer otra nueva entrada al blog, que prometo escribir pronto.

Salí con la tristeza de sentir cómo he perdido la convivencia con estos pequeños pero magníficos amigos, que han dejado un hueco enorme en nuestras vidas, pero también con la satisfacción de saber que ellas son perfectamente felices en su nuevo entorno. Han sido cuatro años de convivencia perfecta, y siempre formarán parte de mi vida.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Gorriones, ¿epílogo?

A la derecha, el padre; el resto son sus vigorosos hijos
La terraza donde estaba el amoroso nido de Walter y Amélie ya no tiene su malla y el plástico correspondiente, y permanece tristemente abierta y vacía. Echo mucho de menos a mis queridas amigas, mucho. Aún no me he recuperado del todo de mi afección pulmonar, aunque sí voy mucho mejor, y espero con impaciencia a estar completamente bien para hacer una visita a mis tórtolas al Indiana Camp.

Mientras tanto, como aún nos quedaban algunos restos de comida de las tórtolas, hemos puesto en platitos lo que había, cosa que han aprovechado los gorriones. No es que vaya a sustituir unos pájaros por otros, pero sin duda estos pequeños seres me están dando un cierto consuelo. Ya los alimentamos con asiduidad, e incluso hemos comprado comida para ellos. Siempre nos separa el cristal de la puerta de la terraza, así que no hay peligro de su contaminación (aunque supongo que soy sensible solo a las tórtolas, no a cualquier pájaro, y además están al aire libre, no en el interior de casa).

En la imagen se ve al papá, alimentándose goloso. Tiene toda una familia, que comen ávidos cuanta comida les ponemos varias veces al día. Los hijos son mucho más osados que el padre, tienen menos miedo, y me llama la atención lo peleones que son.

Benditos sean.

¡No os perdáis este pequeño vídeo de 50 segundos! ¿No os encantan?

miércoles, 8 de mayo de 2013

No es el final: Una nueva vida comienza



Para mis queridas tórtolas se abre una nueva etapa, que les deseo feliz, como así creo que será. En el vídeo, que tiene unas pocas horas tan solo, se puede ver a las monitoras del Indiana Camp mimando a mis amigas. Las que se ven a la derecha son Walter y Amélie, ¿no digo siempre que son "dos tortolitos"? Y las de la izquierda, aunque parecidas, a mí no se me confunden: son Junior (blanca), y Moisés (crema), quienes parecen formar una naciente pareja... más allá de que son hermanos.

La vida se abre paso. A mis tórtolas no les va a faltar el cariño y el contacto humano. Algunas cosas cambiarán, tendrán que adaptar su dieta, su espacio... pero no tienen por qué ser cambios a peor. Además, harán las delicias de muchos niños y mayores, y ojalá les hagan sentir amor por la naturaleza, después de todo los seres que habitamos este planeta compartimos sus recursos y debemos vivir en armonía. Quiero pensar que nuevas tórtolas vendrán al mundo, que cuando aquella ya lejana tarde, en casa, entró caminando Amélie resueltamente por el suelo de mi casa entró en mi vida la fuerza de la Vida, y que me acompañará siempre. Sé que ella hizo bien entrando en casa, y lo primero que me enseñó es que no es "mía", sino que nos debemos respeto. Luego vino la amistad y el cariño, y por eso mismo nuestros caminos ahora se separan... pero no por completo.

Tengo que dar las gracias públicamente a mi primo, dueño de Indiana Camp, por brindar una segunda vida a mis tórtolas, y por extensión a quienes desde esta bonita granja escuela se ocupen de mis amigas, adquiero con todas estas personas una deuda de gratitud infinita.

Y al menos quiero publicar en su día la noticia de que estoy totalmente repuesto y he podido visitar a Junior, Walter, Amélie y demás tórtolas en el Indiana Camp.

De nuevo, G R A C I A S.

(P.D.: Paulo no aparece en el vídeo, seguro que es más tímido, pues ha vivido casi sin contacto de humanos; su color es similar a Moisés, pero con el cuello negro y plumaje más oscuro. Estoy seguro que por imitación también se dejará mimar).

domingo, 5 de mayo de 2013

El final del blog: Tengo que despedirme de mis queridas amigas

De izquierda a derecha: Junior, Amélie y Walter en el Indiana Camp.
 
Esta es una entrada en el blog que nunca hubiera deseado haber escrito. El pasado 25 de abril tuve que ingresar por segunda vez en el Hospital de la Princesa, tras sufrir tres noches consecutivas de fiebre y ahogo, ya no podía demorarlo más. Nuevamente un tratamiento simple de oxígeno me hacía recuperarme en gran parte, lo que parecía apuntar a alguna causa ambiental, y ahí salió de nuevo la hipótesis de las tórtolas. Como es natural, yo reclamé pruebas médicas fehacientes, no dejarse llevar por la mera sospecha. Y las pruebas (TAC, IGg de antígenos a tórtolas), fueron esta vez inequívocas: se trata de una neumonitis extrínseca por hipersensibilidad a las proteínas de las tórtolas. Los datos resultaron tan claros que incluso me suspendieron un lavado bronquial (broncoscopia), ya que no hacía falta; espero aún el resultado de más análisis, pero con los ya existentes hay una franca seguridad de haber encontrado el origen del problema.

A partir de aquí estoy recibiendo tratamiento con corticoides, y noto franca mejoría en mi respiración, no tengo fiebre y baja mucho menos la saturación de oxígeno al caminar, en definitiva parece que me estoy recuperando.

La mala noticia es, por supuesto, que tengo que dejar de convivir con mis tres queridas tórtolas, algo que de rebote también afecta a mi compañero. Es más, del hospital he tenido que venir a mi casa familiar en Toledo directamente, pues no podía regresar al piso. La primera medida ha sido llevar las tórtolas a la granja escuela de mi primo, "Indiana Camp", situada cerca de Toledo, donde hay instalaciones adecuadas y además ya residen algunos descendientes de Walter y Amélie, el último de ellos Moisés, ¿lo recordáis? Ni siquiera he tenido el amargo consuelo de despedirme de mis tórtolas, pues debo evitar todo contacto. Este viernes pasado, día 3 de mayo, salieron de mi casa y emprendieron una nueva vida en su nuevo hogar.

Las fotos que pongo son de hoy domingo, un par de días después, remitidas por mi primo, dueño de Indiana Camp. Me dijeron que Moisés está grande y precioso, y aunque estaba en pareja con lo que pensábamos una hembra, no debe de ser así ya que no han procreado. Sé que Walter y Amélie seguirán formando una pareja amorosa (con razón llamamos "tortolitos" a los novios acaramelados), pero nos preocupaba Junior, siempre tan mimada y emparejada (aunque sea contra natura) con mi compañero.

Me llama agradablemente la atención que en las fotos mis tres tórtolas aparezcan apaciblemente juntas, algo muy difícil en mi piso de Madrid, donde la pareja y su hija tienen zonas muy delimitadas, se ve que el nuevo terreno neutral ha servido para que se unan. Además, me dijeron que desde el principio Moisés y su compañero se interesaron en Junior, algo que me alegra también, ya que presagia nuevas relaciones y compañía mutua.

 

En la primera foto vemos que Moisés (canela, con cuello gris), aparece al fondo de mi trío de tórtolas; en la segunda, Moisés y Junior comparten momentáneamente un nido... seguro que se van a llevar muy bien.


Un niño anónimo disfruta de la compañía de Walter, ¡quién lo ha visto y quien lo ve, con lo tímido que era! Al fondo, sobre la cabeza del niño, la cabecita de Paulo, el que ha sido hasta ahora compañero de Moisés, el más veterano en Indiana Camp y que ahora disfruta de una pequeña bandada.

Creo con sinceridad que mis tórtolas estarán bien, los animales se adaptan de modo natural a su entorno, y este no es ni mucho menos malo; van a estar bien cuidadas, y su espíritu gregario estará satisfecho con unas relaciones más ricas. Eso, creo yo, es lo que hace que se vean atraídas por los seres humanos, de algún modo nos confunden con sus iguales, y hacen lo imposible por no quedar aisladas. Por ejemplo Junior trataba de no irse a dormir a su hora natural, sino cuando lo hacíamos nosotros, a veces después de la 1 de la madrugada... todo eso ahora queda atrás, empiezan una nueva vida.

No os oculto que siento pena, muchísima. Hemos llorado mucho. Pero superaremos este sufrimiento, con el enorme consuelo de que mis tórtolas no van a sufrir. Tal vez nos echen un poco en falta al principio, pero sin duda no se van a deprimir, ni realmente padecerán. Una vez recuperado, y con todas las precauciones del mundo, sí me gustaría verlas muy de vez en cuando; tal vez si es así coloque fotos del evento en el blog, pero de momento el sentido del mismo, contar las andanzas de unas tórtolas en un piso de Madrid, ya no existe, por tanto lo doy por clausurado.

Sí procuraré contestar cualquier tipo de pregunta sobre cuidado, alimentación o lo que se tercie. Desde aquí quiero agradecer todo el apoyo que me habéis dado en estos años, yo nunca planeé tener tórtolas y he descubierto todo un mundo con ellas. Sé sin duda que me han hecho mejor persona, más sensible, cuidadoso, respetuoso, y capaz de afrontar la vida; y no exagero ni un poco.




Como ironía del destino, esta tarde, a la puesta del sol, una tórtola turca de las que viven en la plaza frente a mi casa de Toledo, se ha colocado a la altura del mirador, en una barandilla a unos tres metros de mí. No tenía ningún miedo, y ha estado bastantes minutos descansando. Es una tórtola muy joven, con el pico grande y ese aspecto como de peluche de los ejemplares juveniles. Al levantarse he visto que tiene ya su cola formada, y cuando ha querido ha dado un elegante vuelo hasta un gran ciprés donde seguramente vive. Las tórtolas serán siempre mis amigas.

Así pues, quedo a vuestra enterísima disposición. Si alguien quiere escribirme, mi correo es:
 

martes, 9 de abril de 2013

Enfermedades a causa de la tórtolas: 2 - Neumonitis por hipersensibilidad

Walter y Amélie en casa
Además de la psitacosis, hay una segunda afección que puede contraerse por convivir con tórtolas: la neumonitis por hipersensibilidad. Se trata de un problema que afecta a personas especialmente sensibles a las proteínas de estos pájaros (plumas, heces), es decir, que mientras que la mayoría de las personas pueden convivir con tórtolas sin enfermar, algunos individuos desarrollan en su presencia una especie de alergia pulmonar que puede llegar a ser muy grave.

Por supuesto esto no ocurre solo con las tórtolas, puede darse también frente a otras sustancias: hongos, aire acondicionado, madera, y por supuesto también con otros pájaros (parece ser que en Cataluña están dándose casos con los estorninos de los parques), pero por lo que a mí respecta me referiré en adelante solo a lo que tenga que ver con tórtolas.

Por tanto, las tórtolas no están enfermas ni transmiten ninguna enfermedad como tal, sino que son los afectados quienes, a causa de una reacción frente a ellas, desarrollan por sí mismos la enfermedad.

La enfermedad puede presentarse de varias formas, que se clasifican en tres: aguda, subcrónica y crónica. La forma aguda es aquella que aparece a las pocas horas (de 4 a 8) de ponerse en contacto con las tórtolas. Hay que tener cuidado con esto, porque podría alguien llegar a mi casa, tomarse un café, marcharse, y ya en su casa notar los síntomas, que serían estos:

   - Sensación de mal estado
   - Tos seca (es decir, sin esputos)
   - Disnea (es decir, falta de aire, que suele aparecer al hacer esfuerzos)
   - Fiebre
   - Dolor torácico
   - Escalofríos

La forma subcrónica, que si tengo mala suerte sería la mía, suele aparecer con exposiciones continuas, no necesariamente masivas (y tres tórtolas son pocas). En este caso los síntomas son:

   - Malestar general
   - Astenia (sensación de cansancio físico y mental)
   - Pérdida de peso
   - Tos seca
   - Disnea (falta de aire) que puede ser grave y requerir hospitalización.

Tanto la forma aguda como la subcrónica pueden evolucionar a una tercera, la forma crónica, que no voy a describir, pero baste decir que es algo gravísimo que puede llevar incluso a la muerte, en definitiva es la destrucción del pulmón.

La cuestión es que una inflamación de pulmón (una neumonitis) puede ser causada también por algo muy diferente, por ejemplo una infección por bacterias o virus. Y claro, para mí es fundamental averiguar si lo que tengo es o no debido a las tórtolas. Por tanto, para diagnosticar la enfermedad, es necesario realizar una serie de pruebas:

   - Las radiografías no aportan mucha información.
   - El TAC en cambio sí puede dar una imagen más precisa.
   - Análisis varios de laboratorio, para establecer si hay muestras de reacción frente a las sustancias propias de las tórtolas.

Por último, mencionaré que esta enfermedad no es muy común, y suele darse, sobre todo, entre cuidadores de aves (trabajadores en tiendas de animales o granjas avícolas).

Ya sería mala suerte que yo la padeciera, porque significaría que debería trasladar mis tórtolas fuera de mi casa (supongo que irían a la granja escuela de mi primo, el Indiana Camp, donde andan descendientes de Walter y Amélie). Ni qué decir tiene que eso me rompería el corazón.

domingo, 7 de abril de 2013

Enfermedades a causa de las tórtolas: 1 - Psitacosis

El Hospital de La Princesa de Madrid
Hace muy pocos días me han dado el alta tras una semana de ingreso en el Hospital de La Princesa. El motivo de mi ingreso fue que una noche al acostarme noté que me faltaba el aire, y aunque jadeaba penosamente apenas si podía procurarme el aire necesario. A la mañana siguiente acudí yo mismo al servicio de urgencias de este hospital, próximo a mi domicilio, ya que por suerte aún se mantiene abierto al público, en dura lucha contra la pretensión del PP de dedicarlo solo a atender los "viejos" que no desean los hospitales de gestión privada; pero ese es otro tema.
Me diagnosticaron de inmediato una grave insuficiencia respiratoria, que podía tener varias causas. Tras descartar algunas, como un tromboembolismo pulmonar, quedó patente que mis dos pulmones tenían una inflamación, sufría por tanto una "neumonía atípica". Curiosamente, no tosía, y tanto las radiografías como la auscultación eran engañosamente casi normales, mientras que mis síntomas resultaban bastante notables. Se explicaba así el cansancio progresivo de las últimas semanas, y la fiebre que estaba padeciendo.
Ahora bien, ¿cuál es la causa? Tras una semana de antivirales y antibióticos, más tratamiento de oxígeno, los síntomas mejoraron bastante, y me dieron el alta. En un mes tendré el resultado de varios cultivos, y nuevas radiografías mostrarán si estoy evolucionando bien; y se intentará averiguar la causa del problema.
Lamentablemente, de las tres posibles hipótesis, dos tienen relación con mis amadísimas tórtolas:

1) Psitacosis
2) Neumonitis por hipersensibilidad
3) Infección por virus o bacteria ("infección contraída en la comunidad")

Obvio resulta decir que deseo fuertemente que se trate de la tercera hipótesis, algún tipo de infección de virus o bacteria, algo que no es fácil de demostrar.

Pero, en esta entrada del blog, quiero centrarme en la primera: psitacosis.

La psitacosis es una enfermedad transmitida por algunas aves a los seres humanos. El nombre mismo remite a los loros, aunque también la transmiten pavos, palomas y tórtolas; (tal vez por eso también se llama "ornitosis"). El organismo culpable es una bacteria que enferma a las aves, y de ahí, a través del polvillo de las heces, puede pasar a humanos.

Síntomas en las aves: Falta de apetito, diarrea, supuración lacrimal. A veces los síntomas son poco notables.
Síntomas en las personas: Fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, y a veces neumonía.

A pesar de la mala fama de la enfermedad, no es grave, se trata con antibióticos (tetraciclinas) y se cura sin problemas; lo mismo pasa con las aves: se pueden curar si se tratan. De todos modos, incluso sin tratamiento es raro que mueran las aves, y de ningún modo las personas, salvo si tienen ya de por sí otros problemas de salud.

En mi caso, es casi imposible que se trate de psitacosis, ya que para empezar mis tórtolas tienen una salud aparentemente perfecta, y además el cuadro de síntomas no encaja mucho con el mío. Por otra parte, sería una salida fácil del problema: antibióticos para todos, y solucionado.

viernes, 1 de marzo de 2013

Dormidita

Junior dormidita.
Esto del blog a veces va por rachas: paso semanas sin poner nada y de pronto cambio a una racha de más actividad. En esta ocasión simplemente no me he resistido a compartir con quienes aman las tórtolas esta foto de Junior dormida. Ella siempre que puede, salvo en los días que empolla huevos, procura subirse encima y descansar. El ritmo de sueño de las tórtolas debería ser levantarse y acostarse con el sol, pero la iluminación eléctrica, y sobre todo la comprobación de que el resto de su "bandada", los humanos, estamos despiertos mucho después de la puesta del sol las anima a trasnochar.
A menudo por la noche nos tumbamos en el sofá, y vemos la tele. Walter y Amélie reposan en su nido, pero Junior se nos sube encima y, lo mismo que nosotros, a menudo se duerme con la tele puesta. Es un sueño profundo, porque se siente totalmente a salvo así, subida por ejemplo en el pie de Félix.
Además, es muy curiosa la forma de colocar las plumas para dormir, nosotros decimos que "se pone el pijama", porque eriza las de la cabeza y en general se convierte en una bolita mullida y adorable. ¡Da una penita despertarla para irnos a la cama! Si por ella fuera, sin duda se quedaría así hasta mañana... ¡buenas noches!

jueves, 28 de febrero de 2013

Copitos de nieve en Madrid

Junior en su "solárium" particular

Las tórtolas, como animales que son, se comportan en consonancia con los ciclos naturales, algo que las personas, tan inteligentes como nos pensamos, hemos olvidado. Hoy en Madrid caen unos tímidos copitos de nieve, y aunque en casa tenemos una temperatura de lo más confortable, para mis plumados amigos un día tan inclemente no es un día normal. Se han levantado más tarde, ya que hoy ha amanecido oscuro, y bajan su actividad al mínimo.
En la foto vemos a Junior aprovechando la estufa de infrarrojos para darse un baño de sol artificial. Es curioso, pero Walter nunca aprovecha la estufa para calentarse, y Amélie lo hace pero muy de tarde en tarde, en cambio Junior pasa sus buenos minutos al calorcito.
En cambio hay una actividad que aumenta en un día gris y mojado como es hoy: comer. Por alguna razón las tres están de acuerdo en eso, y se afanan en hacer acopio de comida, como si encontrar alimentos hoy fuera algo que no se pudiera pasar por alto. Cuando salgo a la calle, miro los árboles del jardín y pienso en los gorrioncillos y otras aves que hoy seguramente tendrán un día duro; de vez en cuando les doy la comida que mis tórtolas rechazan por "vieja" (parece mentira, pero las semillas que les pongo a la semana ya no les apetecen, en cambio según salen de la bolsa las devoran), hoy creo que será uno de esos días.
Ay, caen copitos de nieve en Madrid.

sábado, 23 de febrero de 2013

La historia de Walter

Walter posado en mi mano
Walter es el único macho en el trío de tórtolas, pareja de Amélie y padre de Junior. Desconozco su edad cierta, aunque lo compré hace unos tres años, y el chico que me lo vendió me aseguró que tenía seis meses, así que ahora tendría cuatro años, más o menos. Walter es mayor que las dos hembras, y su carácter es diferente. Es, en cierto modo, quien más ha cambiado con nuestro contacto. La idea de comprarlo vino del deseo de darle una pareja a Amélie, y la verdad es que forman una pareja envidiable, completamente enamorada si aplicamos los parámetros humanos. Cuando compré a Walter, era evidente que no estaba acostumbrado a la presencia humana; lo transportamos a casa dentro de una caja de cartón, y el pobre estaba muerto de miedo. Al llegar a casa lo soltamos, teniendo cuidado de que las ventanas estuviesen bien cerradas; inmediatamente revoloteó, por cierto muy mal, pues apenas si se sostenía en el aire (seguramente en el jaulón donde estuviese no tenía espacio, ahora ha mejorado mucho y vuela bastante mejor que entonces). Recuerdo que cuando se encontró con Amélie ambos se llevaron un susto de muerte, y salieron despavoridos en direcciones contrarias, ¡pobres! Aunque tratamos de no asustarlo, era evidente que nos huía como si fuésemos sus enemigos, y pasó días completamente mudo, en un rincón, levantando el ala si nos acercábamos. Eso sí, se fijaba en que la interacción con Amélie era pacífica, que ella sí se dejaba acariciar, aceptaba comida de nuestra mano... y poco a poco todo eso fue pesando en su ánimo, perdió el miedo, y nos aceptó. De los dos, es conmigo con quien tiene una mejor relación (mientras que Junior prefiere a Félix mil veces antes que a mí), y llega incluso a acicalarme los dedos si le acaricio el cuello, señal suprema de aprecio por parte de una tórtola.
No hace mucho ha empezado a subirse encima de mí por propia iniciativa, sobre todo si hace cierto tiempo que no nos vemos; la primera vez que lo hizo, demostrando así que me apreciaba, reconozco que me emocioné hasta las lágrimas. Y es que a las tórtolas las quiero, las queremos mucho: muchísimo. Sé que Walter ahora es completamente feliz; renovó su plumaje, bastante estropeado al principio, y ahora su traje de plumas es tupido y perfecto, (mirad por favor cómo tiene un maravilloso escudo blanco en la foto de arriba, ampliándola); aprendió a volar, se besa con Amélie a diario, y es padre de varios pollitos que ya son tórtolas adultas, la más querida por nosotros sin duda, Junior.
Walter es más torpe, más miedoso y menos inteligente que Amélie y Junior; pero estoy orgulloso de que me tenga por amigo, y para mí no hay otro macho igual.

martes, 19 de febrero de 2013

Pereza invernal

Junior está amodorrado... ¿ves sobre qué? No es un cojín...
Han pasado varias semanas desde la última entrada del blog. Y es que cuesta encontrar novedades en estas semanas de invierno, porque las tórtolas bajan su actividad al mínimo. Recuerdo haber leído hace tiempo que una lectora del blog comentaba que su tórtola, que dormía en una caja, los días muy grises ni se tomaba la molestia de levantarse... Walter, Amélie y Junior no llegan a tanto, pero pasan muchas horas hechos unas bolitas de plumas, dormitando, y moviéndose solo para comer. Por cierto, que comer sí que comen, yo diría que con más apetito de lo normal, pero aparte de eso su actividad está bajo mínimos.

A la hora de la siesta, como siempre, Junior (si no está empollando huevos), toma posición sobre Félix y se apoltrona del modo más descarado... es inexorable en sus costumbres: la siesta sobre Félix, las últimas horas antes de acostarse, sobre mí, en la habitación contigua... Ah, y lo irse a dormir por la noche es una risa, porque Junior pretende siempre dormir en la cama, cosa que no le permitimos, claro, ella tiene su nidito sobre el perchero de entrada (el perchero tiene una pequeña plataforma, muy a propósito), pero el único modo de que se quede allí es ponerla y apagar inmediatamente todas las luces, para que no se plante en la cama de un vuelo... un retraso de unos segundos en apagar, y ya está Junior en la cama, con lo que tenemos que volver a empezar... Eso sí, en cuanto la luz diurna se lo permite, (ahora más o menos a las 8 de la mañana), se planta en la cama, así que se puede decir que nos sirve de despertador. Esto mismo lo hacía Amélie en los primeros tiempos, cuando era ella la única tórtola de la casa, pero desde que se emparejó con Walter ya no llega a tanto como para dejar el nido común y venirse a la cama... por suerte para todos.