jueves, 30 de octubre de 2014

Reencuentro con mis amadas amigas

El fin de semana pasado fuimos de nuevo al Indiana Camp. Como sabéis, tuve que dejar mis amadísimas tórtolas en esta granja escuela, porque por motivos de salud no puedo vivir con ellas, algo que me resulta extremadamente doloroso. Lo primero que me sorprendió al llegar es que ¡hay muchas tórtolas nuevas! No solo están Walter, Amelíe, Junior y Moisés...



Nada menos que una docena de tórtolas, separadas en dos jaulones. Por supuesto, lo primero que hicimos fue saludar a Amélie y Walter

Walter al fondo, en su nido. Amélie en la rama.

Con Walter y Amélie

Amélie

Walter
Amélie estaba muy amable y cariñosa, enseguida se interesó por las golosinas que le llevamos. Creo que se está haciendo mayor, ¡ya hace seis años que llegó a casa, y realmente no sé cuántos años tiene en total! Las plumitas del cuello estaban como un poco ajadas... de todos modos estaba tan vital como siempre. Walter se mostró más tímido, aunque también se dejó querer. Ambos siguen siendo pareja, y me parecieron muy felices. 

Las nuevas crías no se dejaban coger, ¡no nos conocen! En cambio Moisés, que lleva tanto tiempo allí y casi no estuvo en casa, sin duda me reconoció, y estuvo muy mansito y cariñoso. Es una tórtola espléndida, la mayor, un macho precioso y muy dulce, ¡comió hasta hartarse! En la foto se ve su buche totalmente lleno. (También saludamos a Junior, que esta vez parecía más tímida y esquiva que nunca, no hay foto de ella esta vez).

Moisés

Por casualidad encontramos una cría atrapada en un comedero de otras aves que comparte en espacio, ¡quién sabe qué habría sido de ella si no llegamos a estar allí! Sin duda es hija de Walter y Amélie, tiene un patrón de color precioso, muy extraño, naranja salpicado de blanco. Las plumas de la cola estaban muy dañadas, pero da igual, pronto echará otras nuevas. Para que se recuperara mejor, mi primo la colocó en una jaulita separada, ella solita. Seguro que a estas horas ya está perfectamente.



No puedo expresar con palabras la emoción que he sentido. Creo que es la visita de la que me he marchado más satisfecho, pues no cabe duda de que las tórtolas son completamente felices. Al final vi cómo Walter y Amélie se hacían toda clase de carantoñas, son la imagen misma del amor.



martes, 13 de mayo de 2014

La tórtola superponedora de Adrián



Adrián es un lector del blog, que se puso en contacto conmigo para consultarme el caso de sus tórtolas, y es que ¡sus puestas son de cuatro huevos! En este momento tienen solo tres, porque un huevo se ha malogrado. Se trata de una pareja de tórtolas muy joven, inexpertas, y como podéis ver en las fotos, preciosas. La blanca es la hembra, se llama Sora (que significa "cielo", en japonés), y fue un regalo de Adrián a su novia. A los pocos días adquirieron el macho, con el típico plumaje de las tórtolas turcas y de collar; se llama Shiro, "blanco" en japonés, (algo que resulta irónico, claro, puesto que no es de ese color). Viven en un amplio jaulón de conejos, adaptado para ellos; sus dimensiones son grandes, pero es que además sacan las tortolitas a volar por la casa un rato cada día. Adrián y su novia son grandes amantes de los animales, él tiene también una paloma bravía, y algún perrito que, a lo sumo, molesta con lametones a sus compañeras emplumadas. Como suele pasar con las tórtolas, aunque en un principio había desconfianza, ahora la relación entre ellas es de ardoroso emparejamiento, y la intención es que esta primera nidada salga adelante, pues las crías tienen ya destino asignado en casa de algún familiar.

Ojalá todo salga perfectamente, y pronto podamos ver unos bonitos pollitos en este mismo blog.

Como consejos para estos casos: uso exclusivo de la pasta de cría como alimentación, y suministro de arena de calcio para la mamá. 

Es genial que haya gente tan respetuosa con los animales y sensible con la vida como lo son Adrián y su novia, ¡bien por ellos!

lunes, 20 de enero de 2014

Una nueva Amélie

Un poco antes de Navidad visité de nuevo la residencia actual de mis queridas, mis queridísimas amigas, mis tórtolas del alma. Como siempre, ha sido muy emocionante. La gran sorpresa fue que, cuando quise coger a Amélie y subirla en mi mano, noté que me huía un poco, aunque logré hacerlo. Qué raro, pensé, será que ya me está olvidando... pero no era así. Enseguida me di cuenta de que no era Amélie, sino una hija suya, ¡es idéntica! La podéis ver en la foto superior izquierda, es justamente la que no tengo en la mano. Las otras tórtolas, Walter, Junior y Paulo están perfectamente, con un plumaje excelente, se dejaron acariciar, pasé media hora con ellas (más no, por no arriesgarme a tener complicaciones pulmonares), sintiendo a la vez una paz maravillosa, y una emoción intensa que me hacía llorar sin parar, pero no todas las lágrimas son malas, sé que están muy bien cuidadas y que son felices, y eso es lo que cuenta. Han pasado ya más de seis meses desde que me tuve que separar de ellas, y no pasa día en que no las eche mucho de menos, incluso sueño con ellas frecuentemente... prometo verlas más a menudo. Cuánto las quiero.